domingo, 6 de septiembre de 2020

 

VOCES entre VOCES

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El Alzheimer colectivo es todavía mucho peor que el Alzheimer individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo es un país condenado” (Emilio Lledó, filósofo español)

TEMAS TERTULIA 11-9-2020

EL BICHO

CIRCOS Y CIRCUITOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te viera. (Anónimo)


 "Safo", de Carmen Matute (Guatemala, 1944)



Repta la madrugada
entre dulcísima la lluvia.
Vagan enigmáticas las horas
sobre la pareja derramada
en el valle prohibido.
El amor alucinado
torna fuego las alas
del gorrión que se posa
en altos pechos,
mientras flotan los cabellos
como algas en el agua
persiguiendo las huellas de 
Safo
en el espejo fragmentado.


Carmen Matute, incluida en Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del siglo XX (Univ. Rafael Landívar, Guatemala, 1998, selec. de Anabella Acevedo y Aída Toledo).

FUENTE: Blog literario Asamblea de palabras

TEXTOS TERTULIA 4-9-2020

Y USTED MÁS...

DEMOCRACIA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.



Y USTED MÁS...


Hay un antes y un después del «y usted más…»


Esta expresión se utiliza con asiduidad durante el período mal llamado madurez, una época de guerras personales largas, sibilinas y estúpidas que se derivan, generalmente, de querer estar por encima del bien y del mal, por lo que no parece que correspondan a seres maduros; pero a lo que voy, es la época en la que más se utiliza el «y usted más…» porque solemos pelear con extraños dispuestos, todos ellos, sin excepción, a quitarnos nuestro ficticio poder eterno y a derribar el pedestal soporte de nuestra imagen, de modo que somos capaces de colocar cualquier tipo de adjetivo sobre esos acertados puntos suspensivos para dañar la estima del contrario o, al menos, agrietar la base de su podio.


Es una época en la que ganamos muchas batallas, pero perdimos más de una contienda. Algunos daños colaterales duelen toda la vida.


Para descubrir el precedente de la expresión hemos de remontarnos a la infancia y atrevernos a recordar aquel «y tú más», mucho más sencillo, sin puntos suspensivos, pero acompañado por el dedo índice de la mano dominante convertido en arma aguda, ojos cerrados y grito forzado para espantar el demonio del adversario; si bien es cierto que cuando nos encontrábamos perdidos porque el contrincante gritaba más y más fuerte y comenzaban a brotar las lágrimas de nuestros ojos -señal de que el sortilegio no había dado resultado- llegábamos a la carrera a las piernas de papá o mamá balbuceando entre sollozos: «mira lo que me ha dicho» mientras, sin mirar, señalábamos al ofensor con un dedo tembloroso que segundos antes había sido la más potente de las armas.


En esas cruzadas nadie perdía, las secuelas se reducían a un pañuelo lleno de mocos y, en ocasiones, un helado era el mejor bálsamo. Cuando las traemos a la memoria esbozamos una sonrisa.


Y ahora viene el después, momento en el que la locución da un giro de 180º. Dada mi capacidad de observación y el uso continuado que hago de ella, me arriesgo a asegurar que llegada cierta edad, aproximadamente una vez que creemos haber traspasado la línea el ecuador de la vida, invertimos el sentido de la estratagema, sustituimos el tú por el yo, y comenzamos a utilizar de manera vehemente el «y yo más» también sin puntos suspensivos. «Tengo piel atópica», dice uno «y yo más», dice otro sin dilación, sepa o no lo qué significa piel atópica. «Me fatigo bastante últimamente» informa alguien, de inmediato se escucha una respuesta «y yo más», aunque posiblemente el último no haya necesitado ni coger aire para contestar.


En estas guerras, que yo denomino encuentros en la tercera fase, la mayor victoria está en superar el mal ajeno con el propio, lo mismo que el grito infantil quería superar en volumen al del niño enemigo.


En conclusión, entre el último «y tú más» y el primer «y yo más» se nos concede un pequeño lapso de tiempo, lo que dura un pestañeo, un abrir y cerrar de ojos, durante el que nos está permitido soltar unos cuantos «y usted más…» que, analizados a toro pasao, se me hacen absurdos y arrogantes.


Por cierto, me duelen mucho los huesos con estos cambios de tiempo que trae el final del verano.


03/septiembre/2020 – Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES»



Y USTED MÁS...

Audio:

HOMBRES NECIOS

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Rafael Cotilla



Y USTED MÁS...

A las cinco de la tarde

Aire

Mi cuerpo es como el aire

y mi piel es un globo

que se infla y desinfla

a su antojo.


Agua

Mi cuerpo contiene agua

que expulsa según los sentimientos,

puede ser salada

o a veces contiene alcohol.


Tierra

Mi cuerpo es de mi tierra

de donde yo he nacido

he crecido

y allí moriré.


Sangre

Por mi cuerpo corre la sangre

como la del toro

que se la juega en la plaza

a las cinco de la tarde

de un domingo de abril.


Si tú no posees

ni aire, ni agua,

ni tierra, ni sangre,

quizás te lo has de mirar,

porque significará que no

estás hecho de sentimientos

y anhelos para este mundo.

Perderás tus sentidos

y matarás a diestro y siniestro

criaturas inocentes,

dejándote llevar por tus

absurdas creencias

y dominado por

tus supuestos locos

llamados Dioses.

Entonces te lo has de mirar.


José María Rico - Spencer




DEMOCRACIA


La democracia representativa es un paradigma curioso, todos parecen coincidir en que es el menos malo de los sistemas, pero al mismo tiempo más del 70% de la humanidad desconfía de los partidos y los políticos, en algunos países sobrepasa el 90%, o sea, parece que pensamos que es buena, pero no confiamos en sus actores.

Hay una tendencia casi enfermiza a esperar la llegada de los “buenos” los salvadores, que lo son mientras los vamos a votar y hasta el día de la elección, al día siguiente se transforman en unos hijos de sus putas madres que hacen lo mismo que los anteriores, solo que un poco peor.

La demencia democrática es tal que incluso miramos con malos ojos a países que hacen las cosas de otra manera y hasta apoyamos, o al menos callamos, cuando los dueños del Mundo los invaden para imponer la dichosa democracia.

Hay quienes piensan que en materia política estamos en el fin de la Historia, nada nuevo bajo el sol, parece bastante poco alentador considerando ese 70% que no confía, es casi como aceptar que tenemos hambre y seguiremos teniéndola siempre, sin importar cuanta comida se produzca.

No, no tengo la fórmula mágica, alguna vez pensé tenerla, devolviéndole la soberanía al soberano, pero resulta que el ciudadano medio es un Homero Simpson, está deseando llegar del trabajo a tirarse en un sillón y ver TV basura, la “cosa pública” le importa una mierda.

Con esa materia prima no se puede construir nada, así que solo queda el largo camino de construir primero ciudadanos responsables, que, aunque no sean todos, al menos sean los suficientes para decidir lo importante, o al menos para controlar las decisiones de los representantes.

Vamos en esa dirección? Pues no estoy seguro, tenemos las herramientas, internet tiene el potencial, pero parece que lo usamos más para compartir chistes, chismes y mentiras, que para informarnos y educarnos. De lo único que estoy seguro es de que es el camino, de seguirlo depende nuestra supervivencia.


Edudardo Abenia.


DEMOCRACIA


¿Utopías o realidades?


 Hace apenas un par de siglos, cuando se alzaron las primeras voces manifestando que era indigno de la condición humana que una persona pudiera comprar a otra en un mercado y disponer de su vida como de la de cualquier otro objeto de su propiedad, no sólo se les llamó utópicos, ilusos e ingenuos, se les recordó, con cierta aunque insuficiente lógica, que nunca se cambiaría aquello que había sido costumbre durante miles de años, desde el mismo nacimiento de la humanidad. 
    Hoy, la sola idea de comprar un ser humano nos repugna y parece, simplemente, absurda.

    Hace exactamente un siglo, en la época de nuestros abuelos, cuando surgía en los distintos parlamentos europeos el debate sobre la posibilidad de otorgar derecho a voto a las mujeres, el proceso histórico se repitió una vez más: quienes eran tachados de utópicos, ingenuos y alejados de la realidad proponían la equiparación de derechos de esa mitad de la humanidad injustamente alejada de las decisiones sociales. Los conservadores de entonces, al tiempo que insultaban y se mofaban de los hombres y mujeres progresistas, aseguraban que tal cosa nunca sería realidad. 
    Hoy nos parece tan natural que las mujeres voten que ni los grupos ultraconservadores se atreven a cuestionarlo.

    Esos dos cambios sociales, posiblemente los de mayor trascendencia en la historia de la humanidad, no se produjeron tras una cruenta guerra mundial, a pesar de que afectaban, a todas las sociedades humanas del planeta, sino mayoritariamente mediante el diálogo.

    Hoy en día son cada vez más numerosos los grupos que plantean que es necesaria una reestructuración de los sistemas democráticos para transformarlos, mediante el voto electrónico a través de sistemas informáticos, en sistemas de participación continua de los ciudadanos, en sistemas verdaderamente democráticos, que evitarían tanto leyes injustas como el estallido de conflictos bélicos que sólo benefician a ciertas corporaciones empresariales.
     Lo denominan “democracia directa” o “democracia participativa”.
     Hay quien les tacha de utópicos e ingenuos.

Actualmente, la cifra de gasto anual en armamento equivale al 2,4% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y a 217 dólares por cada habitante del planeta, sin embargo los gobiernos se muestran incapaces de apartar de ese gasto monstruoso el 1% necesario para evitar la muerte, cada día, de 36.000 niños por falta de comida o medicinas básicas.  ¿Sería posible un mundo tan injusto si los ciudadanos votáramos las principales leyes que nos gobiernan en una democracia más evolucionada?¿Cuánto tardaríamos en prohibir por ley las guerras y los paraísos fiscales?¿Votaría usted  regalar cientos de miles de millones de dinero público para salvar empresas y bancos privados mal administrados, los mismos que provocaron la crisis actual con su codicia y pésima gestión?¿O votaría usar la milésima parte de ese dinero público para salvar a diario la vida de esos 36.000 niños que mueren por causas evitables?

Imagine tan sólo dos reformas constitucionales perfectamente legales:

* Declaraciones de guerra: Se harán siempre tras consultar a los ciudadanos mediante un referendum vinculante.

* PGE. Los presupuestos Generales del Estado se votarán anualmente por los ciudadanos que elegirán mediante un sistema de + o - % al lado de cada columna en qué cuantía se ha de gastar el dinero público, su dinero.

¿No es posible hacer evolucionar la democracia hasta ese punto? Eso se decía, hace justo un siglo, sobre la capacidad de votar de las mujeres y hace dos siglos, sobre la capacidad de tomar decisiones sociales de quien no perteneciera a la aristocracia.

     Quienes hacemos del estudio de la historia un trabajo, un placer, o ambas cosas, sabemos que ese ha sido el continuo y repetido proceso que ha hecho evolucionar las sociedades humanas, el reparto, cada vez más igualitario y horizontal, de la toma de decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos.

     El tiempo ha venido a mostrar que, al final, el ingenuo no es quien plantea una idea aparentemente utópica o una solución basada en el diálogo en vez de en la fuerza.

     Los verdaderos ingenuos, la historia lo ha demostrado reiteradamente, han sido quienes han creído poder detener la evolución, quienes aún no han aprendido aquella magistral lección que Heráclito nos enseñó en una sola frase: 
     "Lo único permanente es el cambio".


Nekovidal nekovidal@gmail.com

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

***

La vida es tan bella o terrible como la podamos imaginar.


Cada siete u ocho años se renuevan completamente todas la células de nuestro cuerpo excepto algunas neuronas, todos tenemos unos diez cuerpos a lo largo de nuestra existencia.


Por mucho que vivas, donde y como vivas, siempre te quedará algo por aprender. Así de generosa es la vida para evitarnos el hastío.


Nekovidal nekovidal@gmail.com

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domingo, 30 de agosto de 2020

 

VOCES entre VOCES

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PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com





La tradición es la personalidad de los imbéciles”. (Maurice Ravel)



TEMAS TERTULIA 4-9-2020

Y USTED MÁS...

DEMOCRACIA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.



Tenemos vocación de aprender”.

(Juan Eslava Galán)




 "Violeta del Carmen Parra Sandoval...", de Yeny Díaz Wentén (Chile, 1983)



Violeta del Carmen Parra Sandoval, 50 años,
la encontraron herida de bala en la sien, dentro
de carpa pobre en la calle Serrano.
Se dice que venía del sur y que era hija
de una campesina y de un profesor de
música lleno de vicios. Tuvo hijos, marido
y amor, pero vagaba guardando música
y que nunca nunca su corazón se sintió
querido. De sus hijos se cuenta
que aburridos de andar con su madre
deseaban partir lejos de ella.
"La sonrisa es para los contentos"
decía una vieja por ahí
no tengo risa,
solo tristeza y guitarra poseo,
que Dios no cante
versos de conmiseración,
que sola nací
y sola me vengo.

Los nombres de las flores se llevan triste, Violeta,
y la única música que esperamos es la del negro tambor,
retumba, retumban nuestros pobres corazones,
venga a cantar un canto al iracundo Señor.


Yeny Dían Wentén en Animitas (2015), incluido en Con mi caracol y mi revólver. Muestra de poesía chilena reciente (Vallejo & Co., Internet, 2018, selec. de Diego Alfaro Palma).

Otros poemas de Yeny Díaz Wentén
Juana Niña

FUENTE: Blog literario Asamblea de palabras


Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”. (William Faulkner)


TEXTOS TERTULIA 28-8-2020

HORIZONTES.

CARTA A UN BANQUERO.

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.




HORIZONTES

«Yo fui el hijo que él deseó».


Eso dijo Astor Piazzolla en una entrevista hablando de su padre, Nonino, para quien compuso en los pocos minutos que tuvo antes de entrar a escena tras haber recibido la noticia de su muerte, la melodía Adiós, Nonino que, por supuesto, interpretó aquella noche de luto.


Escucho Adiós, Nonino mientras escribo esta nota. La música me transmite la sacudida de columnas destruidas, como si la muerte hubiera sido para Piazzolla un Hércules derribador del pilar de su triunfo, del cimiento de su identidad, del germen de su horizonte.


«Yo no fui la hija que deseaba». Pienso.


Y siento en singular.


Porque siempre hay un progenitor que nos pesa más que el otro y que nos robustece o nos debilita sobremanera.


El futuro nos viene dado tanto por aquellos que creen en nosotros como por los que no creen.


Hay quienes nos aman de tal forma que nos lanzan, sin saberlo, hacia la línea infinita de un horizonte movible que avanza cada vez que nos aproximamos a él, infinito y rojo como el corazón; y hay quienes, temerosos -tal vez- de que los superemos, nos colocan el yugo en el cuello creyendo que así nos dominarán, pero…


«…Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor a cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia…»

(«Vientos del pueblo», Miguel Hernández)


Ayer, en una conversación telefónica entre amigas, me preguntaron: «¿Has podido perdonar?»


Yo pensé (y sentí en singular): «¿Pudo perdonarse empañar mi horizonte?»



29/agosto/2020 – Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES»



HORIZONTES.

Audio: MI LUGAR

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Rafael Cotilla



HORIZONTES

Honramos

Oscuros

Recuerdos

Izando

Zafios

O

Nuevos

Terribles

Estandartes

Siniestros


Nekovidal nekovidal@gmail.com

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HORIZONTES


Pescador sin pescado
con sus redes
tejidas a mano.
Pescador con su barco
en la mar hilitos dorados.
Cuarto menguante.
Sol naciente.
Dios mediante.
Estampida corriente.
Pescador sin pescado
y en el fondo
su cuerpo desciende.
Pescador sin "pecados"
que su alma

descansa por siempre.


José María Rico - Spencer



CARTA A UN BANQUERO.


A los únicos banqueros que les voy a dedicar unas palabras, y que merecen todo mi agradecimiento,

son los que han hecho que tenga todo tipo de recuerdos , vivencias, y emociones desde mi infancia hasta hoy, permitiendo que pudiera sentar diferentes emociones compartidas 

o no. Gracias señores banqueros.


YJG




CARTA A UN BANQUERO.


"Calamidad de los tiempos cuando los locos guían a los ciegos"

(W. Shakespeare, El rey Lear)

Muy Sr. mío:

Usted no me conoce personalmente, soy uno de sus miles de clientes, una de esas personas que le entrega sus ahorros de toda la vida o del último mes, si los hay, de forma que con ellos, unido a los de miles de ciudadanos más, puede usted crear y mantener su negocio.

Al ser usted una persona cuyo elevado nivel de formación se da por hecho, seguro que tendrá conocimiento de que su profesión ha sido, a lo largo de la historia, y en muy diferentes culturas, una de las más despreciadas, considerándose en Grecia o China a los banqueros y prestamistas los penúltimos en la escala social, sólo por delante de los esclavos. Nuestros antepasados, inmersos en un mundo duro y hostil, donde sobrevivir suponía un tremendo esfuerzo diario, despreciaban profundamente a quien vivía del trabajo ajeno, y como posiblemente también sabrá, durante siglos, a lo largo de la Edad Media europea, la usura fue de los delitos más duramente castigados. Me dirá usted, con cierta lógica, que eran otros tiempos, el mundo era más primitivo, más simple y el ser humano poco más que un animal luchando por su supervivencia.

No será necesario que le recuerde tampoco, desde mi modesta posición de historiador, cómo aquellos primeros banqueros, muchos de ellos clandestinos al principio, fueron transformando su lucrativo negocio en poderosas organizaciones que acababan decidiendo, incluso, quién habría de reinar o gobernar, o qué pueblos habrían de padecer una guerra o genocidio a fin de mantener y aumentar el poder de dichas organizaciones. Así llegamos, como usted sin duda sabe, al presente, donde los componenetes de su gremio se permiten decidir, ya sin disimulo, quienes habrán de ser los presidentes o primeros ministros de turno, sin pasar por el trámite de unas elecciones supuestamente democráticas. El método es tan simple como eficaz: los partidos políticos deben tener deudas con ustedes, las suficientes para que, en el supuesto de que apareciera un elemento díscolo o heterodoxo en cualquier partido se pueda neutralizar a éste e impedirle ganar cualquier elección por el simple método de reclamar la deuda. En España, por ejemplo, sólo hay dos partidos que no tienen deuda con la banca: Los Verdes y Unidas Podemos, no es casualidad que sean constantemente atacados por los medios de comunicación, el setenta por ciento de los cuales se encuentran en manos de l amisma banca.

Pero es de otra forma como me quiero dirigir a usted, no desde el reproche o la confrontación, sino buscando cuanto, como humanos, tenemos en común, de forma que, si lo hacemos desde un punto de vista pragmático y dialogante, redundará, sin duda, en un beneficio mutuo, por extraño que pueda parecer a simple vista.

Usted, como yo, y como todos nuestros semejantes, por el hecho de nacer en este planeta está supeditado a la vida del mismo, la salud del planeta no es ya un asunto de jóvenes ecologistas, es un asunto serio cuyo desenlace, por mucha información que creamos tener, se nos escapa. Ya hemos conseguido identificar todas las extinciones habidas en nuestro planeta desde su formación y sabemos, sin lugar a dudas, que ha habido algunas peores que la que estamos provocando nosotros, pero ninguna a un ritmo tan acelerado. Nos encontramos en una encrucijada, y si se cumplen las peores previsiones, de poco servirán las disculpas que cada uno alegue llegado el momento, será una condena sin apelación. Por el poder que usted ostenta, muy por encima de muchos gobernantes, su responsabilidad es también mayor, y tal vez lo que menos llegue a imaginar es que algunas de sus decisiones pueden dar lugar en un futuro más o menos cercano, a la muerte de millones de personas, entre los que pueden encontrarse sus mismos descendientes. Por favor, reflexione.

Usted posiblemente sea una persona de ideas conservadoras, pues bien es sabido que la banca siempre ha tenido esa tendencia natural a ponerse del lado de ideologías que pretenden mantener las cosas como están o incluso volver a lo más tradicional si cabe. Esa es una actitud, señor mío, sumamente llamativa en usted, porque si algo ha caracterizado a la banca a lo largo de los siglos es el aprender de los errores cometidos y adaptarse a los cambios.

Le invito a echar un vistazo a la historia: La banca apoyó a las monarquías europeas contra las ideas de las revoluciones que se dieron en los actuales Estados Unidos y Francia pero, con el tiempo, ese modelo fue el adoptado por la mayoría de los países: apostaron ustedes por los perdedores.

Ustedes se opusieron a la abolición de la esclavitud, que consiguieron retrasar, pero fue abolida a lo largo de dos siglos.

Se opusieron también a la igualdad racial, pero es, al menos teórica y legalmente, un hecho en casi todo el mundo.

Se opusieron al derecho a voto de las mujeres, la mitad de la Humanidad, pero ya es una resalidad incuestionable en casi todo el mundo.

Se opusieron, de la mano de estamentos religiosos, al divorcio, que no sólo se instituyó, sino que es, estadísticamente hablando, más practicado actualmente por personas neofóbicas (conservadoras) que por parejas neofílicas (progresistas).

Puede dar la impresión de que han apostado siempre a caballo perdedor, pero no es el objeto de este escrito hacer reproches, sino invitarle a comprender que, desde un punto de vista histórico, el cambio es una condición permanente.

Ahora una nueva idea, un movimiento ciudadano nuevo, la llamada democracia directa o democracia participativa, está surgiendo en el Primer Mundo, y posiblemente se irá extendiendo, de una forma u otra, con el tiempo. La idea es tan simple como extender la toma de decisiones de una pequeña élite política a camente está demostrado que cuanto mayor es el número de personas que participan en l atoma de una decisión menor es la posibilidad de error.

Básicamente los directistas o demócratas directos hacen dos propuestas que son, de hecho reformas constitucionales aplivcables a cualquier carta magna: Declaraciones de guerra siempre supeditadas a referendums vinculantes : sólo entrará en guerra un pais si lo deciden así la mayoría de sus ciudadanos. La segunda propuesta es la gran temida por la clase política: Los presupuestos Generales del Estado que hasta ahora son votados en los parlamentos pasarán a ser refrendados por todos los ciudadanos puesto que suya es esa enomre cantidad de dinero ya que proviene de sus impuestos. El método sería tan simple como escribir al lado de cada partida del presupuesto + o – X%. Haciendo la media de todos los ciudadanos saldría la corrección en más o en mnos a aplicar para ese año, con los aumentos o disminuciones en cada partida presupuestaria.

Usted se opone, piensa que esos ciudadanos son sus enemigos, pero olvida que no es un odio personal el que sienten hacia usted, tan sólo exigen un mínimo de justicia, que no arruinen sus vidas para poder aumentar apenas unas décimas su porcentaje de beneficio anual. Pero por encima de eso, esas personas reclaman un sistema social más avanzado, más evolucionado, que antes o después ha de llegar, como llegaron todos los cambios anteriores, permitiendo decidir a todos los ciudadanos los asuntos más importantes que les afectan, como declaraciones de guerra o presupuestos del estado y, en general, cuanto condiciona su vida social. Si usted admite el derecho a voto, ¿por qué no admitir que ese derecho se practique más a menudo a través de sistemas informatizados? Seguro que se tomarán decisiones que le perjudicarán, pero a cambio, por ser como somos, una especie social, las decisiones de la mayoría, si no se manipula la información a la que tiene acceso, serán siempre beneficiosas para la mayoría, y eso le incluye a usted y sus familiares. Si lee con detenimiento la historia y la experiencia que nos transmite, se convencerá sin la menor duda de que esa idea saldrá adelante y se convertirá en una realidad, y ante eso tiene usted dos opciones: navegar al ritmo de la historia u oponerse a ella, por el primer camino posiblemente podrá conservar usted parte de su fortuna y varios privilegios, por el segundo, forzará a un cambio más radicalizado que a nadie beneficiará, no hay nada más peligoso que la desespereción, especialmente para quienes ostentan el poder. Por favor, reflexione.

Usted, como yo, tiene hijos, y posiblemente nietos, para los que deseará, sin duda, el mejor futuro posible. Como sin duda sabrá, en los últimos años se está dando en el mundo un fenómeno de acumulación de riqueza que nos ha hecho retroceder a índices de los años veinte del siglo pasado. Puede pensar que si esa acumulación se da en usted y su familiares supondrá algo beneficioso para ustedes, pero la historia nos demuestra irrefutablemente que ése es un proceso sumamente peligroso que origina tensiones que desembocan, antes o después, inevitablemente, en cambios sociales drásticos, sangrientos en muchas ocasiones, ¿es ése el futuro que desea?

Una suma de diez millones de euros es más que suficiente para garantizar no sólo la supervivencia, sino un verdadero bienestar material a cualquier ser humano. Si, a partir de ahí, seguir acumulando riqueza crea esas peligrosas tensiones sociales, no parece muy acertado continuar por ese camino.

Me dirá que desconozco los mecanismos reales por los que se mueve el mundo, que el hombre es un lobo para el hombre, etc., etc., pero yo le hablo desde la experiencia histórica, algo concreto, mientras que usted me habla de la supervivencia de un sistema que es, matemáticamente hablando, insostenible, porque eso que llamamos crecimiento económico tiene como frontera el mismo planeta, y antes o después habremos de cambiar a otro modelo, cualquiera, pero sostenible. Por favor, reflexione.

Usted, y en eso tal vez no nos parezcamos todos los seres humanos, posiblemente se sentirá atraído por la idea de pasar a la historia, de ser recordado no sólo como un banquero más, uno entre cientos, uno del montón, por poderoso que llegue a ser, sino como alguien merecedor de ser conservado en la memoria colectiva de nuestra especie a lo largo de los siglos. Ese puesto lo ocupará el banquero o banqueros que sepan adelantarse a la historia, que no se queden encerrados en la acumulación de riqueza, sino que sepan plantear, con imaginación e inteligencia, un modelo de convivencia que redunde en bienestar social. No le hablo, supongo que ya lo sabrá, de repartir generosamente su riqueza, de poco serviría a largo plazo, sino de crear mecanismos que aseguren la paz, el bienestar y la cultura entre los seres humanos. Mantenemos en la memoria los miles de años de hambre y miseria de nuestra especie pero actualmente tenemos, por primera vez, todas las herramientas tecnológicas necesarias para crear un verdadero paraíso en la tierra. Pensamos con esquemas grabados en nuestra mente a lo largo de miles de años de hambre y sufrimiento y no parecemos preparados para comprender que ya no necesitamos padecer esos miedos, ya hay, por primera viz en la historia, alimento y cultura para todos, ahora debemos empezar a educar como libre a ese cerebro esclavo. Por favor, reflexione.

Nuestros mundos y nuestras vidas pueden parecer muy alejados y diferentes, pero compartimos mucho más de lo que imaginamos. Usted o yo podemos caer víctimas de una enfermedad, y tal vez nos espere una muerte evitable si determinado laboratorio, tal vez incluso uno cercano financiado o dependiente de su banco, no ha fabricado ese medicamento que nos podría curar porque no es rentable por ser demasiado efectivo, el mejor cliente es el enfermo crónico, sin duda sabe que esas cosas suceden a diario. Ambos podríamos morir víctimas de la codicia, o nuestros familiares y de poco le serviría su enorme fortuna, no se podría desarrollar ese medicamento en semanas. Usted, como yo, puede ser víctima de cualquier acto delictivo, y nos puede costar también la vida. Como sabrá, la delincuencia es endémica donde campa la pobreza y la frustración, y son las llamadas sociedades del bienestar las más seguras en ese sentido. Por supuesto, usted puede pagar escoltas y hasta ejércitos, pero el rencor que millones de personas van acumulando hacia usted y su profesión es tan peligroso como imprevisible.

Usted, como yo, toma a diario alimentos envasados en recipientes que ya sabemos que son tóxicos a medio y largo plazo, posiblemente conocerá el resultado de los análisis hechos a eurodiputados hace unos años, en los que detectaron en sus cuerpos hasta setenta componentes tóxicos, a pesar de ser todos ellos personas que habían llevado una vida materialmente acomodada. No contamos todavía con la tecnología para eliminar esos tóxicos, ni se dedican apenas medios a investigarlos, hay quien considera que no son rentables dichos estudios. Esos venenos que circulan por su sangre y la mía nos condenan a ser las primeras generaciones de un ser humano tan consumido como consumista, y da como resultado que ya el 40% de los hombres europeos tengan problemas de fertilidad, y que vayan naciendo generaciones de seres débiles y condenados a la extinción. Exactamente el mismo porcentaje padece algún tipo de alergia hoy en día en Europa, hace setenta años era apenas el 4%. No deja de haber una cierta justicia poética en el hecho de que seamos los ciudadnos del Primer Mundo los más intoxicados por nuestra forma de vida. También sucedió antes entre los patricios, la aristocracia de la antigua Roma, víctimas de las lujosas y carísimas tuberías de plomo para canalizar el agua a sus viviendas. Los plebeyos, que bebían el agua directamente de los pozos, sobrevivieron.

Como ve, tenemos en común mucho más de lo que, en principio, podríamos pensar. Por ello le invito a cambiar, aunque sea levemente, su punto de vista, que sin duda condicionará sus acciones. En unos años usted, como yo, no seremos más que el recuerdo de nuestros actos, nada más, poco importará que nuestra tumba sea de mármol, simple tierra o cenizas al viento. No tiene sentido acumular cuanto ni podremos disfrutar ni hará que sobreviva de nosotros un recuerdo amable en quienes nos den sepultura. Muy posiblemente no recordará usted el nombre de ningún gobernador británico de la India mientras fue colonia británica, pero Gandhi está en su memoria, en la mía y estará también en la de nuestros descendientes. Ese es el destino humano, y no lo digo en un sentido idealista o metafórico, a través de la ciencia ya hemos podido demostrar matemáticamente, mediante la Teoría de Juegos, y neurológicamente con el descubrimiento de las neuronas espejo, la importancia de la sociedad en nuestra especie. Hoy en día sabemos que una decisión, del tipo que sea, tomada por todos los ciudadanos, en vez de por una élite, sin importar su ideología, es siempre la que tiene menos posibilidad de error. Nada somos los unos sin los otros, y llegados al punto de desarrollo en que nos encontramos, sólo los que lo comprendan sabrán navegar en la historia futura. Quienes se opongan, las llamadas personas neofóbicas, conseguirán retrasarlo, tal vez unas décadas, tal vez un siglo, pero no podrán detenerlo, nunca pudieron antes. El resto de la Humanidad seguirá su camino, antes siervos, súbditos, después ciudadanos que delegaban las decisiones en la clase política, quieren ahora ser ciudadanos que tomen las decisiones que les afectan, y lo conseguirán, porque han elegido el camino que está en la misma estructura de su especie, una especie social: la colaboración y el apoyo mutuo.

El motivo de la presente no es otro que invitarle a que se informe, a que reflexione, y pueda participar de ese cambio, de ese paso evolutivo, que espero sepa comprender y del que depende nuestro futuro y el de de nuestros descendientes.

Sin otro particular, le saluda atentamente;

Un ciudadano.


Nekovidal nekovidal@gmail.com

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