VOCES entre VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
FUE SUEÑO AYER, MAÑANA SERÁ TIERRA...
Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas
punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.
Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muertee lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.
DEFINICIÓN DE AMOR
Es
hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se
siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve
descanso muy cansado.
Es
un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de
valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente
ser amado.
Es
una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero
paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste
es el niño Amor, éste es su abismo.
Mirad cuál amistad tendrá
con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
Francisco
de Quevedo
TEMAS TERTULIA 28-11-2025
PARADOJAS
CUALQUIER COSA.
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS TERTULIA 21-11-2025
CIRCOS
RUMORES
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
Colaboración gráfica: Victoria Blanco.
EL CIRCO
Había una vez un circo donde los payasos invitaban a los payasos a dejar de creerse payasos.
Un circo tragicómico de leones llorones y payasos sin cosquillas.
Un circo de risas a medias y lágrimas a escondidas.
Un circo que nunca encontraba donde asentarse.
Un circo de animales tristes y cautivos.
Un circo de pasiones demasiado aliñadas con miedo y miedos que regaban para asustarse luego al ver como crecían.
Un circo lleno de héroes anónimos y cotidianos idiotas famosos.
Un circo perdido en el mucho vender y el poco vivir.
Un circo perdido en los reflejos de un prisma.
Un circo de pasiones enfermas y dioses crueles.
Un circo de domadores domados que se creían leones.
Un circo de y para niños miedosos que arrastraban los miedos de sus padres además de los propios.
Un circo con una carpa de estrellas que no veía más allá de la carpa de neón.
Un circo donde el mayor espectáculo eran los payasos asustados que se decían representantes de dioses.
Un circo de princesitas persiguiendo lo que les habían contado que era la felicidad y principitos que necesitaban llamarse a si mismos “sexo fuerte” para esconder su debilidad.
Un circo de dudas que rugían y domadores asustados.
Un circo de elefantes sin colmillos y leones sin melena.
Un circo lleno de paciencia servil y de la cruel estupidez de los cobardes.
Un circo lleno de pulgas que saltaban de duda en duda.
Un circo de círculos concéntricos buscando eternamente su centro.
Un circo enorme como una ola a punto de romper en la playa.
Un circo de tuertos guiados por ciegos.
Un circo lleno de disculpas y falto de razones.
Un circo para reír o llorar, de risa o de pena.
Un circo de flores brotando sobre misiles.
Un circo de equilibristas desequilibrados.
Un circo de gigantes codiciosos y enanos mentales.
Un circo de ciegos que oteaban el horizonte.
Un circo de risas a medias, medias sonrisas o risas heladas.
Un circo donde sólo algunos niños conservaban alguna sabiduría.
Un circo donde todo era provisional.
Un circo de disparates agridulces.
Un circo perfectamente imperfecto.
Un circo de felicidad por descubrir.
Un circo circular y paradójico.
Un circo de paradójicas vanidades.
Un circo enfermo, pero aún vivo.
Un circo donde, aunque no lo pareciera, al final siempre vencía el espectáculo de la utopía.
Un circo que, a pesar de todo, vale la pena visitar y puede y debe oler a esperanza.
El circo del mundo . . .
Nekovidal – nekovidal@gmail.com
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www.arteslibresdeandalucia.com
CIRCOS
¿Sabes
lo que pasa...?
Los bares ya no quieren borrachos.
Sólo tu
dinero.
A las librerías nunca le interesaron los libros.
Sólo
los márgenes.
Y en los bancos no cotizan los besos.
Sólo las
deudas.
Las iglesias no creen en los evangelios.
Sólo en las
limosnas.
Las fieras muerden. Siguen nerviosas.
Somos estúpidos
en un ruido gris .Proscrita la música
Los poetas no aman
la
poesía.
Sólo a si mismos.
Nos gustábamos más sin
conocernos.
Pero hoy creo, que yo a ti te quiero
con toda mi
alma y todo tu cuerpo.
Va a ser mi ruina, soñar versos.
Aquí
pasamos todos
por el aro falso de nuestro ego y de los euros.
JJC – Juan Jiménez Caballero
RUMORES
Sé que llevo un tiempo sin aparecer por aquí. Acabo de mirar la fecha, ¿un mes y medio? He de reconocerte que a mí me han parecido siglos.
Han sido semanas de bastante movimiento. Aunque bien pensado, los terremotos no se producen de un día para otro. Parece que sí, pero en realidad son sólo el resultado visible final de una serie de fuerzas que llevan mucho tiempo operando.
La ley del espejo. Bendita ley del espejo.
Bien desarrollada, a veces tengo la sensación de que el grueso del autoconocimiento y el desarrollo personal podrían basarse en eso y poco más.
Tiene muchas variantes y formas de interpretarla, que me encanta seguir descubriendo. Te dejo con un par de frases que he oído en una formación en bioneuroemoción que recién acabo de empezar y promete:
"Lo que juzgo, me condeno a vivirlo para poder perdonarlo".
"Lo que tú te niegas, te molesta que los demás se lo permitan".
Cuando crees que ya lo habías puesto todo en duda, aparecen aún más aspectos que ves que podrías cuestionar. Y se vuelven a tambalear algunos cimientos.
Qué pena que tantas veces tengamos que aprender por dolor, por tocar fondo, por sufrimiento. Cuando miras desde fuera te parece imposible que alguien no vea la lección tan obvia que la vida le está poniendo delante. Cuando estás dentro, eres casi tan ciego como la mayoría de la gente.
A veces me siento incoherente por tratar de ayudar a otras personas a que encuentren su camino y lo anden con más libertad y paz, cuando en ocasiones yo aún sigo viéndome buscar a tientas en el mío.
Otras veces pienso: estoy predicando con el ejemplo. Siento que llego a callejones sin salida pero sigo buscando porque sé, confío en que siempre hay más caminos de los que veo.
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este texto ha resonado contigo y quieres recibir reflexiones y
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RUMORES
Hubo un tiempo en que escribía pensando en que pensarían las personas que leyeran lo que escribía, era muy joven . . .
Luego escribí para ganar dinero, generalmente contratos y encargos tan rentables como aburridos.
Últimamente sólo escribo sobre la esencia misma del ser humano, sólo escribo sobre las fantasías que crean los rumores.
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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
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¿Dulce por fuera, triste por dentro? El azúcar y su vínculo con la depresión
El
consumo excesivo de azúcar puede alterar la microbiota
intestinal, aumentar la inflamación y elevar el riesgo
de depresión. Nuevos estudios confirman que lo que
comemos influye más en nuestro ánimo de lo que
pensamos
Durante
años se sospechó que el exceso de azúcar podía
empeorar el estado de ánimo, pero la evidencia más
reciente confirma esa intuición: el consumo
elevado de azúcar (y también de edulcorantes
artificiales) aumenta significativamente el riesgo
de depresión. Las razones están en el intestino,
en la inflamación y en la conexión profunda entre
microbiota y cerebro. En esta newsletter exploramos
cómo lo dulce puede afectar a las emociones y qué
podemos hacer para proteger nuestra salud mental.
—
Pol
Bertran
El
lado oscuro del azúcar: cómo puede empujarte hacia la
depresión 
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Durante
años, la ciencia ha sospechado que el exceso de azúcar podría
estar detrás de un aumento en los casos de depresión. La idea
parecía lógica, pero hasta hace poco las pruebas eran
indirectas. La relación más evidente aparecía en personas con
diabetes, quienes presentan una tasa de depresión dos o tres
veces mayor que la de la población general.
Durante
mucho tiempo, se pensó que esta mayor vulnerabilidad se debía
sobre todo al impacto psicológico de convivir con una enfermedad
crónica. Pero hoy sabemos que hay algo más profundo: una
relación fisiológica entre los picos de glucosa, la inflamación
y el estado de ánimo.
Los
altibajos del azúcar en sangre (esos picos rápidos seguidos de
caídas bruscas) afectan directamente al cerebro. Provocan
irritabilidad, ansiedad, dificultad para concentrarse y fatiga
mental. Y, con el tiempo, si esas oscilaciones son continuas, el
riesgo de caer en una depresión aumenta. La ciencia empieza a
confirmarlo con datos sólidos.
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Durante años, la ciencia ha sospechado que el exceso de azúcar podría estar detrás de un aumento en los casos de depresión. La idea parecía lógica, pero hasta hace poco las pruebas eran indirectas. La relación más evidente aparecía en personas con diabetes, quienes presentan una tasa de depresión dos o tres veces mayor que la de la población general. |
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Durante mucho tiempo, se pensó que esta mayor vulnerabilidad se debía sobre todo al impacto psicológico de convivir con una enfermedad crónica. Pero hoy sabemos que hay algo más profundo: una relación fisiológica entre los picos de glucosa, la inflamación y el estado de ánimo. |
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Los altibajos del azúcar en sangre (esos picos rápidos seguidos de caídas bruscas) afectan directamente al cerebro. Provocan irritabilidad, ansiedad, dificultad para concentrarse y fatiga mental. Y, con el tiempo, si esas oscilaciones son continuas, el riesgo de caer en una depresión aumenta. La ciencia empieza a confirmarlo con datos sólidos. |
Lo que dice la evidencia: más azúcar, más depresión
Los
estudios recientes no dejan lugar a dudas: el exceso de azúcar
puede aumentar el riesgo de depresión incluso en personas sin
diabetes. Un trabajo de
la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados
Unidos encontró que por cada 100 mg adicionales de azúcar
diarios en la dieta, el riesgo de depresión aumentaba un 28%.
Puede parecer una cantidad pequeña —una cucharadita extra en el
café, una bebida azucarada más a la semana—, pero su impacto
acumulado es enorme.
Y
la alerta no se limita al azúcar común. Otro estudio descubrió
que las bebidas endulzadas artificialmente también se asocian con
una mayor incidencia de depresión, lo que sugiere que el cerebro
no distingue del todo entre azúcar y edulcorantes cuando se trata
de equilibrio emocional.
En
ambos casos, el exceso altera los circuitos que conectan el
metabolismo, la inflamación y el sistema nervioso central. En
palabras simples: lo que comemos no solo alimenta el cuerpo,
también condiciona el ánimo.
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Los estudios recientes no dejan lugar a dudas: el exceso de azúcar puede aumentar el riesgo de depresión incluso en personas sin diabetes. Un trabajo de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados Unidos encontró que por cada 100 mg adicionales de azúcar diarios en la dieta, el riesgo de depresión aumentaba un 28%. Puede parecer una cantidad pequeña —una cucharadita extra en el café, una bebida azucarada más a la semana—, pero su impacto acumulado es enorme. |
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Y la alerta no se limita al azúcar común. Otro estudio descubrió que las bebidas endulzadas artificialmente también se asocian con una mayor incidencia de depresión, lo que sugiere que el cerebro no distingue del todo entre azúcar y edulcorantes cuando se trata de equilibrio emocional. |
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En ambos casos, el exceso altera los circuitos que conectan el metabolismo, la inflamación y el sistema nervioso central. En palabras simples: lo que comemos no solo alimenta el cuerpo, también condiciona el ánimo. |
El
intestino: el “segundo cerebro” que sufre con el azúcar
La
explicación más convincente de esta conexión se encuentra en la
microbiota intestinal, ese ecosistema formado por billones de
bacterias, virus y hongos que viven dentro y sobre nosotros. En
particular, las bacterias del intestino desempeñan un papel
crucial en la digestión, la inmunidad y la regulación del estado
de ánimo.
Cuando
consumimos demasiados azúcares y ultraprocesados, alteramos ese
equilibrio. El exceso de glucosa alimenta bacterias que
prosperan con el azúcar, como algunas del género Actinobacteria,
y empobrece la diversidad de especies beneficiosas. Esto
genera inflamación intestinal, disminuye la producción de ácidos
grasos de cadena corta (que protegen la mucosa) y puede dañar la
barrera intestinal, permitiendo que moléculas inflamatorias
lleguen al torrente sanguíneo.
Esa
inflamación, a su vez, puede atravesar la barrera
hematoencefálica, la frontera biológica que protege el cerebro,
y provocar cambios en regiones asociadas con el ánimo y la
motivación.
Pero
la conexión no termina ahí. La microbiota también influye en la
producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina,
fundamentales para la regulación emocional. De hecho, más
del 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino, no
en el cerebro.
Por
eso se habla del “eje intestino-cerebro”: un canal de
comunicación que conecta ambos sistemas a través del nervio vago
y de señales químicas. Cuando ese eje se altera, el intestino
“grita” y el cerebro lo siente. No es casualidad que muchas
personas describan su ansiedad o tristeza como una sensación en
el estómago.
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La explicación más convincente de esta conexión se encuentra en la microbiota intestinal, ese ecosistema formado por billones de bacterias, virus y hongos que viven dentro y sobre nosotros. En particular, las bacterias del intestino desempeñan un papel crucial en la digestión, la inmunidad y la regulación del estado de ánimo. |
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Cuando consumimos demasiados azúcares y ultraprocesados, alteramos ese equilibrio. El exceso de glucosa alimenta bacterias que prosperan con el azúcar, como algunas del género Actinobacteria, y empobrece la diversidad de especies beneficiosas. Esto genera inflamación intestinal, disminuye la producción de ácidos grasos de cadena corta (que protegen la mucosa) y puede dañar la barrera intestinal, permitiendo que moléculas inflamatorias lleguen al torrente sanguíneo. |
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Esa inflamación, a su vez, puede atravesar la barrera hematoencefálica, la frontera biológica que protege el cerebro, y provocar cambios en regiones asociadas con el ánimo y la motivación. |
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Pero la conexión no termina ahí. La microbiota también influye en la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, fundamentales para la regulación emocional. De hecho, más del 90% de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino, no en el cerebro. |
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Por eso se habla del “eje intestino-cerebro”: un canal de comunicación que conecta ambos sistemas a través del nervio vago y de señales químicas. Cuando ese eje se altera, el intestino “grita” y el cerebro lo siente. No es casualidad que muchas personas describan su ansiedad o tristeza como una sensación en el estómago. |
Cuidar
la microbiota para cuidar la mente
Si
el exceso de azúcar puede inflamar el intestino, alterar los
neurotransmisores y contribuir a la depresión, la buena noticia
es que también puede revertirse. Y no hace falta demonizar los
dulces: se trata más de regular la frecuencia y el contexto en
que los consumimos. Algunos consejos respaldados por la evidencia:
Reducir
azúcares añadidos y edulcorantes artificiales. Están
presentes en más productos de los que imaginamos: salsas, panes
industriales, yogures “fit”, bebidas isotónicas o cafés
listos para beber.
Priorizar
alimentos integrales y fibra. Frutas, verduras, legumbres y
cereales integrales alimentan bacterias beneficiosas que reducen
la inflamación.
Consumir
probióticos y prebióticos. Algunos estudios sugieren que
mejorar la microbiota intestinal puede ayudar a equilibrar el
ánimo. Pero conviene hacerlo con guía médica o farmacéutica,
ya que los efectos varían según la cepa y la dosis.
Practicar
hábitos que protegen el eje intestino-cerebro. Dormir
bien, reducir el estrés, moverse a diario y mantener horarios
regulares de comidas. Todo esto ayuda a que la microbiota se
mantenga estable.
La
salud mental, cada vez más, parece depender de un equilibrio
biológico entre cuerpo y mente, no solo de neurotransmisores en
el cerebro.
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Si el exceso de azúcar puede inflamar el intestino, alterar los neurotransmisores y contribuir a la depresión, la buena noticia es que también puede revertirse. Y no hace falta demonizar los dulces: se trata más de regular la frecuencia y el contexto en que los consumimos. Algunos consejos respaldados por la evidencia: |
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La salud mental, cada vez más, parece depender de un equilibrio biológico entre cuerpo y mente, no solo de neurotransmisores en el cerebro. |
De lo emocional a lo metabólico: una mirada integrada
Durante
mucho tiempo, la psicología y la psiquiatría trataron los
trastornos del estado de ánimo como problemas del cerebro hacia
abajo. Hoy, la evidencia apunta a que también pueden nacer del
intestino hacia arriba. El azúcar, lejos de ser un simple
capricho dietético, actúa como una señal bioquímica capaz de
modificar la microbiota, la inflamación y, finalmente, la
estabilidad emocional.
Esto
no significa que comer un pastel ocasional cause depresión, pero
sí que una dieta crónicamente alta en azúcares y bebidas dulces
puede minar la resiliencia mental. Y que cuidar lo que comemos, no
desde la culpa, sino desde la consciencia, es una forma real de
cuidar la mente.
El
cuerpo humano no separa emociones y metabolismo. Cuando una
persona se deprime, no solo cambia su química cerebral: cambia
todo su ecosistema interno. Quizá, en el futuro, los tratamientos
para la depresión incluyan no solo psicoterapia y fármacos, sino
también microbioterapia personalizada, diseñada para restaurar
la flora intestinal y, con ella, el equilibrio emocional. Mientras
tanto, una verdad empieza a consolidarse: la salud mental también
se cocina en el intestino.
FUENTE:
PSICOLOGÍA Y MENTE
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Durante mucho tiempo, la psicología y la psiquiatría trataron los trastornos del estado de ánimo como problemas del cerebro hacia abajo. Hoy, la evidencia apunta a que también pueden nacer del intestino hacia arriba. El azúcar, lejos de ser un simple capricho dietético, actúa como una señal bioquímica capaz de modificar la microbiota, la inflamación y, finalmente, la estabilidad emocional. |
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Esto no significa que comer un pastel ocasional cause depresión, pero sí que una dieta crónicamente alta en azúcares y bebidas dulces puede minar la resiliencia mental. Y que cuidar lo que comemos, no desde la culpa, sino desde la consciencia, es una forma real de cuidar la mente. |
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El cuerpo humano no separa emociones y metabolismo. Cuando una persona se deprime, no solo cambia su química cerebral: cambia todo su ecosistema interno. Quizá, en el futuro, los tratamientos para la depresión incluyan no solo psicoterapia y fármacos, sino también microbioterapia personalizada, diseñada para restaurar la flora intestinal y, con ella, el equilibrio emocional. Mientras tanto, una verdad empieza a consolidarse: la salud mental también se cocina en el intestino. |
FUENTE: PSICOLOGÍA Y MENTE
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