sábado, 17 de septiembre de 2016

*VOCES entre VOCES
Los hombres, para hacer el mal, deben primero creer que lo que hacen es bueno” (Alexander Solzhenitsyn).





TEMAS TERTULIA 23-9-2016
CEGUERA.
NAUFRAGIO
SOBRE MIS RODILLAS

LA ALEGRÍA Y EL DOLOR
Entonces, dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y del Dolor.
Y él respondió:
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara.
Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue
muchas veces llenada con vuestras lágrimas.
Y ¿cómo puede ser de otro modo?
Mientras más profundo cave el dolor en vuestro corazón,
más alegría podréis contener.
¿No es la copa que guarda vuestro vino la misma
copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero?
¿Y no es el laúd que apacigua vuestro espíritu la
misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro
corazón y encontraréis que es solamente lo que os
produjo dolor, lo que os da alegría.
Cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro
corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por lo
que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís: «La alegría es superior al
dolor» y otros: «No, el dolor es más grande.»
Pero yo os digo que son inseparables.
Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con
vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo
en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza,
entre vuestra alegría y vuestro dolor.
Sólo cuando vacíos estáis quietos y equilibrados.
Cuando el tesorero os levanta para pesar su oro y su
plata, es necesario que vuestra alegría o vuestro dolor
suban o bajen.
Khalil Gibran

 "No hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado, construido o inventado, a no ser para salir del infierno". (Antonin Artaud)

TEXTOS TERTULIA 16-9-2016
CREO
EL AMOR Y LAS REBAJAS
LA HOJA EN BLANCO

CREO
Creo que si fuera un hombre de provecho,
no le daría azúcar y besos a las hormigas... Tal vez, nunca he estado bien del corazón, ni de la cabeza.
Pero qué le voy hacer, me fascina el pellizco de las causas perdidas. Y la razón de los Don Nadie. Soy peligroso porque me río. Porque no me creo ya tanta hostia. Ni tanto cuento.Hablemos de otra cosa. Me asquean las sotanas ,el balompíe y la baba de los políticos. Pero a ver, yo también me vendo por un cacho de pan duro y buen plato de jamón con su poquito de queso.Lo mismo, me hace falta que me calienten la cara. Tú, ¿me entiendes ?
Juan Jiménez Caballero

CREO
Creo que me he tomado demasiado en serio el creer a lo largo de mi vida.
Con nueve años, recién llegado a la tierra de mis padres emigrantes, felizmente criado en una república que en algo, al menos, se parecía a la verdadera libertad, la única de América que consiguió separar completamente Iglesia y Estado, me preguntaron unos niños de mi edad: “¿Eres republicano?” “Claro”, contesté con la inocencia y consecuencia que se tiene a esa edad, y me gané una buena paliza, según ellos, por rojo, aunque yo todavía no comprendía que significaba esa palabra.
Esos mismos niños, todos hijos de falangistas, volvieron a preguntarme lo mismo al día siguiente pero mi respuesta no fue la misma, fue otra: “Más que ayer”, respondí, y esta vez me salvé de la segunda paliza porque ya habían sido advertidos por algunos profesores que mejor no meterse con ese niño que no entendía muchas cosas porque venía de fuera y que era el mejor estudiante de la escuela a pesar de haber perdido un curso en el viaje, tal era la diferencia de nivel educativo entre aquella república que prohibía tajantemente a los maestros hablar de política o religión a los niños y la España grande y libre que, bañada en sangre, se había quedado anclada en el siglo XIX.
Hoy en día no le doy mayor importancia a que una sociedad sea una república o una monarquía, creo que no vale la pena discutir tanto por una familia más o menos de parásitos que mantener. Siendo sistemas políticos verticales con una élite dirigente, poco importan las formas si el fondo es el mismo: que sólo se consulta a los ciudadanos cada cuatro años y se les adoctrina para que crean que viven en una democracia mientras el resto del tiempo esa élite gobierna al servicio de otra élite económica, la que dirige y toma las verdaderas decisiones teniendo bajo su control los medios de comunicación.
Y así fui creyendo, una tras otra, en una sarta de ideas que resultaron no ser más que eso, fantasiosas ideas, todas al servicio de un grupo minoritario que vivía de ellas a costa del resto de la sociedad o de la ingenuidad de quienes las aceptaran e hicieran suyas. Fui católico durante algo más de un año y comunista menos de dos, incluso fui del Real Madrid, hasta que caí en la cuenta de que el funcionamiento era siempre el mismo: creer para caer en la trampa de diferenciar nuestras ideas de las ajenas y perdernos en el dualismo de lo supuestamente correcto e incorrecto.
Un buen día, en mi trabajo, me encontré con un grupo compuesto por personas de ideologías completamente opuestas, uno de ultraderecha y otro de ultraizquierda, y yo en medio. Me sorprendió que, a pesar de lo diferentes que eran, colaboraron con firmeza en el propósito común que nos unía, concretamente, evitar que una empresa constructora estafara a una comunidad de vecinos y desahuciara a medio edificio, casi todos jubilados. Fue duro, hubo varios intentos de tentadores sobornos ante los que ninguno de los tres claudicamos y hasta amenazas de muerte, pero finalmente evitamos la estafa.
Entonces comprendí que creer puede ser una gran trampa, fui conociendo a través de amistades libertarias la existencia de otro tipo de democracia, directa y horizontal, la que consulta a los ciudadanos de forma continuada, la que busca intereses comunes, no ideologías similares, comprendiendo que, por diferentes que sean nuestros vecinos, con todos tendremos en algún momento un objetivo común, al margen del partido o religión a que pertenezcan.
Desde entonces, paradójica pero no contradictoriamente, creo, creo en la democracia directa, esa que tanto miedo le da a políticos y banqueros, tal vez porque sospechan acertadamente que sus intereses poco tienen que ver con los de la mayoría de los ciudadanos.
Sobre el resto: amores, ilusiones, filosofías y religiones, prefiero observar y aprender en vez de creer porque ya sé que creer no es, al fin y al cabo, más que crear una jaula mental de la que difícilmente se sale, por muy convencidos que estemos de ser libres o de la certeza incuestionable de cuanto creemos.

Nekovidal – ARTESLIBRES - nekovidal@arteslibres.net  


LA HOJA EN BLANCO
“…tocamos
con los dedos
el presente,
cortamos
su medida,
dirigimos
su brote,
está viviente,
vivo,
nada tiene
de ayer irremediable,
de pasado perdido,
es nuestra
criatura,…”
(Oda al presente – Pablo Neruda)

Cada día es una hoja en blanco para escribir en ella cuanto queramos, podamos, necesitemos y sepamos. Algunas veces garabatearemos, otras escribiremos decálogos, pero siempre será algo diferente, relevante e insólito. Ningún día de nuestra vida debe quedar sin celebrar.
Victoria Blanco Para VOCES entre VOCES (Nerja) – 16/09/2016

LA HOJA EN BLANCO

"Voces entre voces" 17/09/2016
La hoja en blanco limita, ciñe tus pensamientos, amordazada tus sentimientos, todo en lo que un rectángulo abarca, frontera física de la palabra.
La hoja en blanco vacía, misteriosa, aguarda curiosa que superes tu miedo, miedo a que contar, miedo a que dirán, miedo al fracaso, miedo a errar.
La hoja en blanco impoluta a que la violes te reta, y desnudes tu alma con letras, para que quien quiera lo lea y tu secreto en ella muera.
Autoritaria, codicia de ti bosquejos, y negro sobre blanco producto de tus desvelos, alguien lea los devaneos que tu intelecto crea.
Limpia e inmaculada a ella te enfrentas, tus dudas superas, tus pensamientos expresas, y siempre más de ti espera.
A superarte obliga, a pasar de lo que digan, lo diga quien lo diga y sin complejos abrir tu vida.
La hoja en blanco es un tirana.
La hoja en blanco seduce, se sabe amada.


Diego Francisco Guevara de Bonis

LA HOJA EN BLANCO

Ya no me mueve la rabia, ni siquiera la desidia, ante la hoja en blanco, la hoja maldita para los escritores como lo es el pánico escénico para los actores.
Escuché consejos sabios, escuché bellas diatribas, pero ninguno logró vencer el inmaculado blanco que el alma irrita.
Pensé que pensando podía escribir cuanto quisiera, pero pensando podía sólo pensar, como cualquiera.
¿Debo censurar cuanto escribo porque alguien se sienta o haga el ofendido?
¿Debo cuidar la calidad, la ortografía, la sintaxis y el estilo, para librarme de la crítica fofa, del estúpido digo o no digo?
Nada como un buen consejo a tiempo, y a tiempo llegó la memoria: "Quien escribe sólo lo que le gusta a los demás puede ser un buen escritor, pero nunca será un artista" dijo el abuelo Onetti, y lo dijo todo.
A la mierda la censura, los hipócritas y su hipócrita mesura, a la mierda los hijos adoptivos de los malparidos dictadores de todos los colores, a la mierda todo, que sólo hace falta un puñado de letras para dar color al existir y poder decirlo todo, un oído vivo para darles vida, y la eternidad para disfrutarlas, a la mierda tantos miedos, a la mierda las falsas miradas . . .
No pararéis, tristes hijos de la tristeza, hasta destruirlo todo, porque os da miedo un poco de alba, os deslumbra un poco de juego, y transformáis la vida en eso, en nada...
A la mierda señores, a la mierda, que no hay página en blanco, sino miedo a expresar, no hay buenos o malos escritores, sino cobardes fingidores, no hay hoja en blanco, sólo disculpas ante el miedo a recibir, a dar, a vivir.

Nekovidal – ARTESLIBRES - nekovidal@arteslibres.net

EL AMOR Y LAS REBAJAS

Nunca me ha gustado “ir de tiendas”, tampoco “salir a ligar”; esto no quiere decir que una no vaya a comprarse un vestido o que no pueda conocer a alguien mientras se toma el aperitivo del domingo, pero todos sabemos que la actitud no es la misma. Cuando salimos a comprar se pone de manifiesto la tranquilidad con la que seleccionamos el modelo que decidimos probarnos, nada más lejos de la compulsión que nos invade al ir de tiendas; de igual modo no es comparable la naturalidad de reacción ante un contacto inesperado que la afectación de nuestro comportamiento cuando salimos a ligar. Aún no sabéis dónde quiero llegar ¿verdad? Veréis, la manera de conquistar y la forma de comprar dicen todo de nuestra personalidad, y dicen lo mismo, ya que afrontamos ambas con idéntica condición; los nerviosos compran por impulso, su arte de seducción marcha a borbotones; los flemáticos se quedan sin lo que les gustaba porque tardaron en decidirse, pierden trenes esperando que alguien insista una vez más. Hay infinitos ejemplos que demuestran cómo estas dos acciones nos desnudan, pero voy a detenerme en la que más llama mi atención y de la que siempre he tratado de huir, a veces sin conseguirlo: compras y amores… de rebajas. Cuando la necesidad, de prendas o de amor, apremia y no hay solvencia, compramos lo que podemos y aceptamos el amor que nos pilla más a mano; así nos pasa que, al cabo de un tiempo, estamos hartos del jersey que nunca nos quedó bien o tenemos que salir a trompicones de una relación que no nos satisfizo ni un solo día. Para que esto no vuelva a pasar, para evitar el infame desgaste al que nos someten las rebajas, la solución pasará, en el caso de las compras, por usar aquella vieja prenda comprada con tanto cariño y esperar a reunir el dinero suficiente para adquirir la que nos gusta ahora; en cuanto a los temas amorosos, la medicina será cobijarse al calor de los amigos, cuidarse, mimarse y darse tiempo hasta recuperar el tono afectivo para luego, ya sin miseria, enamorarnos desde la libertad y el respeto. Aunque no hay que descartar la posibilidad de que un prodigioso día pasemos delante de un escaparate y las rebajas se correspondan con nuestra idea, nuestra talla y nuestra economía, entonces… ¡a por ello!
Victoria Blanco para Para VOCES entre VOCES – 16/09/2016 – Nerja


EL AMOR Y LAS REBAJAS
HACER EL AMOR
es ver cómo te acercas una taza de café a la boca.
Soñar cuando te bañas, vestida de fiesta.
Hacer el amor
es que nos caiga el cielo encima sin paraguas.
Mojarnos como sopas en la salsa.
Hacer el amor
es pasear persiguiendo el culo a la primavera.
Imaginar, de camino al trabajo, el Kamasutra
en los semáforos.
Hacer el amor
es dibujar los labios en una boca con la mirada.
Saludarnos bajo el sol por las mañanas.
Hacer el amor es cuando se estiran
con el primer rayo de sol los gatos.
Es andar descalzo,
buscando la huella de tus pasos en el duro asfalto.
Hacer el amor es ir a comprar pan
y que te den con una sonrisa las gracias.
Hacer el amor es comer con un extraño
en el mismo plato.
Esperar que te toque algún día
el cupón de los ciegos.
Hacer el amor es hacerme llorar con tu llanto.
Morir haciéndole burla, sacándole la lengua
a la muerte.
Hacer el amor es resucitar al tercer día.
Ir a misa sin Dios y confesarse los domingos.
Hacer el amor es no tener oficio reconocido
y escribirte versos.
Hacer el amor es buscar trabajo de lavaplatos
y que requieras máster de idioma en Esperanto.
Hacer el amor es matar a los ricos
de aburrimiento.
Es “leer tonto el que lo lea” en lo que escribo.
Hacer el amor es vomitar en la noria de la vida,
en la cita de tu primera feria.
Es tirarse a las vías y parar el último tren
para que si quieres subas.
Ya lo sabes,
hacer el amor es todo lo que estoy pensando…

Juan Jiménez Caballero


EL AMOR Y LAS REBAJAS
No he recorrido ese camino normal de las parejas normales, los bichos raros solemos ir por senderos poco transitados de la selva, pero por lo que he visto y me han contado, las cosas suelen funcionar así:
Primero suele darse en las parejas, aunque no siempre, una locura transitoria a la que se llama enamoramiento, provocada por un verdadero torrente bioquímico, unida a un mágico misterio aún a medio descifrar.
En esa etapa todo es mejor incluso de como debe ser, se inicia un juego que sólo comprenden quienes lo juegan o ya lo han jugado alguna vez, y cuyas reglas es imposible explicar a los profanos.
"Mis ojos son tuyos, y sabes que sólo veo a través de tu mirada . . . " o cosas similares se susurran en este tiempo con total seriedad, sinceridad y convencimiento.
Dicen que suele durar esta etapa tres o cuatro años, aunque he visto casos extraordinarios que han encontrado la fórmula, generalmente agridulce, de prorrogarlo durante bastante tiempo más.
Pero luego, en la inmensa mayoría de las parejas, llegan las rebajas.
Un día ese lunar, hasta entonces hermoso y turbador al lado de su labio, pierde su encanto, o se le mira de otra manera, y resulta que ahora, simplemente, es tan sólo un lunar.
Él o ella ya no son esa persona interesante de no mucho tiempo atrás, algo parece haber cambiado, se rebaja la ilusión, se rebaja la empatía, las ganas de compartirlo todo, y parece que veinticuatro horas es tiempo más que suficiente, si no demasiado, para estar al lado de esa persona, algo impensable tan sólo un año antes.
Maleducadas como suelen ser las personas normales, miran a su alrededor, ven a sus padres y a otras parejas caer en la misma trampa y piensan que es el proceso natural, que es así, y así está bien . . . y continúan las rebajas.
Como las cosas, en realidad, no están bien, ni mucho menos, él o ella, o ambos, se sienten frustrados, y al apenas conocer su propia naturaleza humana, porque lo de "Conócete a ti mismo" se pasa cíclicamente de moda, buscan, y eso siempre se encuentra, una salida para esa frustración, aunque no suele ser una salida muy saludable.
La rebaja mayor, hasta transformarse en una auténtica y dramática ganga, se da en la comunicación, vía de agua que se suele intentar tapar patéticamente con cenas con velitas y viajes más o menos exóticos, con resultados, en el mejor de los casos, tan sólo provisionales.
En medio de toda esa metamorfosis y elegía a la rebaja nacen, nadan, y muchas veces naufragan, los hijos, siendo al mismo tiempo muy bien instruídos, de la forma más eficaz, mediante el ejemplo, de cuáles son los errores que han de llevar a cabo llegado el momento, a fin de perpetuar de forma normalizada el comportamiento normal de personas normales, si quieren aspirar a tan egregia y respetable categoría social.
Y las rebajas continúan . . .
Cuando la frustración pasa cierto límite, el aislamiento no es suficiente, se necesita un chivo expiatorio a quien hacer responsable de todos los miedos y miserias, a quien culpar por estar desperdiciando nuestra vida, algo que intuimos con incómoda seguridad, y nadie mejor que quien tenemos más a mano y vemos más a menudo: él o ella.
Cada uno, según su personalidad, lo expresará a su manera, con silencios, con reproches, con agresividad, activa o pasiva, con mentiras, con infidelidades, con gritos, como sea, pero siempre con la certeza inmutable de estar haciendo lo correcto, y de que no hay una alternativa mejor. Ah, y de que el otro u otra, por supuesto, se lo merece. En nombre de un supuesto amor supuestamente incomprendido se pueden llevar a cabo las peores canalladas . . .
El carácter se vuelve agrio, él generalmente agresivo y arrogante, portador de la soberbia certeza del idiota, y ella reprimida y no menos agresiva, aunque lo disimule con mayor o menor arte, murmurando y cotilleando sobre otras vidas, de mujeres no tan normales, y de las que, secretamente, le gustaría participar o formar parte.
Así, cuando las rebajas que han cercenado la comunicación y la convivencia, se avalanzan sobre el respeto, el infierno ya está completamente retratado.
Luego unos recurren al divorcio, a fin de prepararse para repetir curso, o sea todos los errores desde el principio, y otros recurren a la paciencia, ya completamente convencidos de que son personas normales que han llevado una vida completamente normal, una vida, en definitiva, como debe ser, y criticarán con firmeza cualquier forma de vivir alternativa y que no entre en sus estrechos esquemas mentales.
Llegan así al penúltimo paso, cuando acuden cada año, como un ritual sagrado, y ya con cierta edad, a las rebajas de los grandes centros comerciales, del brazo el uno del otro, mirando ambos pasar a su lado una vida y juventud que nunca volverán, convencidos de que aquello que sucedió al principio, y que ya apenas recuerdan, no eran más que locos sueños de alocados jóvenes incapacitados en ese momento para ser respetables personas normales.
Sospecho que la mayoría ni siquiera tienen el valor para reconocer, en un postrero acto de dignidad, que aquellos sentimientos y aquellos momentos fueron los únicos, o los muy pocos, en que la vida no fue rebajada en su mágico e inmenso valor.

Nekovidal – ARTES LIBRES - nekovidal@arteslibres.net

EL AMOR Y LAS REBAJAS
PANDORA

Pandora sostenía una caja de cristal
y en ella contenía la desolación ,
pero su conyugue le aconsejó
no destaparla por el miedo que
puede asolar.
No se contuvo de la tentación
y la infidelidad se esparció,
tan sólo queda en ella la
esperanza
y entre tantos estamos todos en añoranzas.
Tu sabes que eres perfecta
y nada te hará cambiar
Mi elección es selecta
porque eres especial.
Especial, eres la más perfecta
contigo quiero estar hasta el final.
Contigo... hasta el final.


José María Rico.

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