TEMAS
TERTULIA 1-9-2017
NO
PIDO PERMISO
BARCELONA
YA
SE ME HA OLVIDADO
Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto (William Shakespeare)
"Letra
pequeña", de Carmen Camacho (España, 1976)
Hay
daños que no cubre el seguro
combinado del hogar, lo sé.
Las llamadas perdidas, por ejemplo,
las cartas rotas, la soga de seda,
la noche que hay detrás de los espejos,
esta plaga de cristales en el pecho.
La ablación de mi sed.
Así contraje la enfermedad de los jabones.
Por eso le quise, con todo el hastío.
Contra la vida en vilo
fui hueco en su hueco, frío en la guantera,
materia inmóvil.
Dejé crecer las paredes de esta casa
conmigo dentro.
Pasaron siglos, siglos de reloj.
No abundaré en detalles, señorita.
Sólo diré que he arrancado la puerta de cuajo,
que he tenido la misericordia
de tirar al barro
el azúcar glasé,
que ahora me entra luz en la despensa.
Ya sé, tampoco contempla la póliza
el amor a terceros, el temporal de sol,
el tumulto en las calles ni el motín de la hormiga.
Pero éste es un caso de delicadeza mayor.
Y yo sólo llamaba para decirle, amiga,
que me acabo de conceder
a todo riesgo
la incertidumbre de vivir
abierta de par en par.
Carmen Camacho, incluido en Nayagua. Revista de poesía (nº 22, julio de 2015, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
combinado del hogar, lo sé.
Las llamadas perdidas, por ejemplo,
las cartas rotas, la soga de seda,
la noche que hay detrás de los espejos,
esta plaga de cristales en el pecho.
La ablación de mi sed.
Así contraje la enfermedad de los jabones.
Por eso le quise, con todo el hastío.
Contra la vida en vilo
fui hueco en su hueco, frío en la guantera,
materia inmóvil.
Dejé crecer las paredes de esta casa
conmigo dentro.
Pasaron siglos, siglos de reloj.
No abundaré en detalles, señorita.
Sólo diré que he arrancado la puerta de cuajo,
que he tenido la misericordia
de tirar al barro
el azúcar glasé,
que ahora me entra luz en la despensa.
Ya sé, tampoco contempla la póliza
el amor a terceros, el temporal de sol,
el tumulto en las calles ni el motín de la hormiga.
Pero éste es un caso de delicadeza mayor.
Y yo sólo llamaba para decirle, amiga,
que me acabo de conceder
a todo riesgo
la incertidumbre de vivir
abierta de par en par.
Carmen Camacho, incluido en Nayagua. Revista de poesía (nº 22, julio de 2015, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos (Proverbio turco)
TEXTOS
TERTULIA 25-8-2017
JAZMÍN
LAS
RUBIAS
PANTALONES
JAZMÍN+LAS
RUBIAS+LOS PANTALONES
¿Para
qué necesitamos rubias, rubios, faldas o pantalones? Se preguntaba,
muy seriamente, el anacoreta.
¿Para
qué? ¿Para seguir durmiendo el sueño de la vida?
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
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JAZMÍN
JAZMÍN/
JAZZMIN
Prefiero
el pálido jazmín de invierno al de verano y la biznaga a cualquier
otra flor.
Y
es que me encanta la “zeta” trabando a otras consonantes, pues
nací en Víznar, resido en Béznar; trabajo entre Iznájar e Iznate
con leznas, goznes, reznos y briznas. También “ disfruto”
con los graznidos y rebuznos del gaznate de Aznar, el muy tiznado….
José
Manuel Cabezas
JAZMÍN
Recuerdos
y recuerdos de la adolescencia asaltan mi espíritu con sabor
agridulce, cuando por Nerja, en el ecuador de la pubertad, bien
pasada la medianoche de un verano cualquiera, deambulando por calles
estrechas, de paredes blanqueadas con capas y capas de cal
superpuestas por los años, que solo disimulan los
desconchones, por pavimentos empedrados, con piedras de la playa
blancas y negras, dibujando arabescos que apenas reflejan la luz de
algún tenue farol, que compite con el resplandor de la luna, de
vuelta a casa, en Madrid se preocupaban, pero en Nerja, en Nerja
persistía una sensación de seguridad, de no pasa nunca nada, de
tranquila quietud, solo rota por algún grupo de jóvenes ebrios, los
adultos no se preocupaban y nos dejaban hasta altas horas de la noche
y a veces de madrugada, con su consiguiente reprimenda, la sensación
de libertad, de bienestar, de euforia, con la ayuda de algún que
otro vaso de vino dulce del terreno, era indescriptible.
Dicen
que tiempos pasados siempre fueron mejores, no lo sé, nuestro
cerebro lima las aristas de los recuerdos hasta transformarlos en
formas redondeadas de colores pastel, porque a esas edades también
se sufre, desengaños amorosos, incomprensión y desafíos que
inquietan el alma y como no, alguna pelea. Pero en la memoria
perduran con insistencia los dulces recuerdos y en esas calles
jalonadas de macetas, llenas de flores que se cuelan entre las rejas
de las ventanas y balcones, solo, como casi siempre, con la
excitación a flor de piel y la euforia mal contenida, me invadían
sensaciones que un rudo muchacho en público no podía mostrar, pero
al pasar en la soledad de la noche por esas callejuelas, adornadas de
buganvillas de colores, que colgaban de los muros de los jardines,
entrelazadas con millares de florecillas blancas, que por la
noche se abren e invaden los sentidos, liberaba mi espíritu y
dejaba que el intenso olor de jazmín, que todo envolvía hasta hacer
el aire espeso en las calurosas noches de verano, penetrara en mis
sentidos. Recuerdos dulces impregnados de olor a jazmín y amargo al
pensar que esos tiempos no volverán, dulce melancolía.
Diego
Francisco Guevara de Bonis.
"Voces
entre Voces" 25/08/17
JAZMÍN
Cualquier
rey poderoso conquistó,
a
sangre y fuego, un reino enorme
para
gloria y vergüenza de su nombre
para
dolor de quien no sobrevivió.
Cualquier
rey tuvo fama, oro y renombre
pero
viendo los muertos en un campo enorme
sólo
por un momento su destino presintió
más
frágil y perennne que un simple jazmín.
Sólo
una lágrima derramó sobre mil cadáveres
sólo
una duda tuvo al ver sangre en su estandarte
sólo
una noche en vela para luego seguir adelante.
Se
llamaba Asoka, sus guerras no tuvieron fin
desde
entonces, ya budista, con su verdad por delante
impuso
la nueva paz sin fin, sin piedad, a sangre y fuego,
su
paz recién descubierta, regada de sangre, paz sin consuelo.
Hoy,
una locura más ha llegado a su fin,
tan
sólo lo recuerda la historia y una tumba
donde
no crece ni siquiera un modesto jazmín.
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JAZMÍN
Jadeos
Alimentan
Zozobras
Mientras
Inventan
Nimiedades
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LAS
RUBIAS
¿Hay
alguna diferencia entre afirmar que las rubias son o pueden ser más
tontas que el resto de las mujeres o afirmar que cualquier persona
puede ser más tonta que otra por el color de su piel?
De
nada, ciudadanas rubias.
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LAS
RUBIAS
Como
me gusta
tu
pelo rubio
y
tus ojos firmes,
tu
sonrisa expontanea
y
ese lunar
que
me provoca
comerte
la mirada.
José
Mª Rico
PANTALONES
Aún
existen algunos especímenes que animados por el desconocimiento
utilizan la expresión de tal modo que dejan ver el gesto de poder de
algunos simios, alardean de llevar los pantalones en casa sin la más
mínima comprensión de la procedencia de la palabra, lo único que
quieren dejar claro es que imponen su santísima voluntad en la
familia y no importa las estupideces y mentiras que digan porque no
saben que están confundidos, su vida es una lucha permanente no por
superarse ellos mismos sino por demostrar que son superiores a
quienes les rodean, por lo cual eligen muy bien las piezas de su
entorno para que no les rebatan y evitan la presencia de quien
pudiera ponerles en evidencia. Es una lástima que estos seres,
hombres en su mayoría aunque también hay mujeres que hacen
ostentación de ser ellas las portadoras de tal prenda, desconozcan
los placeres de las relaciones igualitarias, lo que aporta escuchar
al otro y la felicidad que produce amar sin miedo a ser dañado.
La
curiosidad me ha hecho adentrarme en la etimología y me ha llevado
hasta la Commedia
dell’Arte
para encontrarme con Pantaleón, uno de los personajes, hombre rico y
algo torpe al que todos quieren engañar, que evocaba la estética
tradicional de los diablos vistiendo jubón y calzas encarnados y
cubriéndose con una capa negra (zimarra) y es de esas histriónicas
y malévolas calzas y del nombre del personaje que las vestía de
donde procede la palabra actual. Entiendo ahora por qué la pluma
incisiva de Vargas Llosa utilizó el nombre en Pantaleón y las
visitadoras para definir a un tipo de porte militar, atractivo,
moralista, que acaba ejerciendo una labor semejante a la de
mamporrero, capaz de mostrar una cara diferente en cada momento con
tal de sobrevivir, es decir que una veces “lleva
los pantalones”
y otras veces “se
los baja”…
como todos.
No
he podido –ni he querido– evitar la risa al tomar conciencia de
la situación y rememorar las actuaciones de alguno de los
Pantaleones que circulan por el mundo y que deberían de ser multados
por saltarse tantas veces la línea continua.
PANTALONES
-Érase
una vez...
...aquel
que lo sabía todo, y que, un día, se atragantó con el hueso de una
ilusión mal masticada. Por otro lado encontramos a aquella que
siempre estaba satisfecha y, de pronto, descubrió, en el interior de
un sueño, que había perdido los colmillos. El pasado tortura a
ambos, al sabiondo y a la satisfecha. Pero se rehacen en tiempo
récord. El presente los junta en acto de servicio y obsequian a la
humanidad con un romance de circo. Ahora dan conferencias en lugares
remotos del globo, asombrando a las multitudes, que los oye con
recogimiento. De las multitudes, en ocasiones, brota un disidente
formulando preguntas comprometidas, que les hacen tambalearse en su
pedestal.
Aunque
esto ocurría pocas veces, cuando sucedía, sus cuerpos y sus mentes
se convulsionaban durante horas, hasta que superaban o, más bien,
olvidaban el incidente y a otra cosa, mariposa.
El
sabiondo vestía a la moda, pero a la moda de hacía muchos años. No
renovaba el vestuario porque lo que él se ponía era lo más chic
que pudiera existir por los siglos de los siglos. Y la feliz, se
apañaba con cuatro trapillos, presumiendo a menudo de ello entre sus
amigas. Al final consiguieron un visado para viajar al futuro y se
presentaron allí con sus ínfulas mal disimuladas.
En
el futuro aún no se había inventado el hara-kiri, ni el color
violeta. Se quedaron muy sorprendidos y montaron campañas de
promoción para darlos a conocer. Pero allí, los “futuristas” no
les hacían ni puto caso. Ella, al sentirse ignorada, se volvió
infeliz y se suicidó colgándose de un árbol. El rostro mostraba un
color morado intenso nunca visto antes por esos lares. Él, al verla
en ese trance, se hizo el hara-kiri al instante. Los del futuro, por
fin, descubrieron esos dos inventos al mismo tiempo y rieron largo y
tendido mientras el sol se ponía tras el horizonte. Y colorín
colorado...
José
Luis Álvarez