VOCES entre VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
729 ES EL CÓDIGO COMERCIAL DE ISRAEL, TODOS LOS CÓDIGOS DE BARRAS DE LOS PRODUCTOS QUE EXPORTAN EMPIEZAN POR ESE NÚMERO.ADEMÁS, RECIENTEMENTE UN GRUPO FINANCIERO ISRAELÍ HA COMPRADO UNA GRAN PARTICIPACIÓN DE CARREFOUR.LA CAUSA ÚLTIMA DE LAS GUERRAS SIEMPRE ES LA CODICIA, EL DINERO, NO COMPRES PRODUCTOS DE ISRAEL MIENTRAS SEA UN ESTADO GENOCIDA.
8
poemas de Valeria Tentoni
06
Ago 2025
Valeria
Tentoni es
una poeta y narradora nacida en Bahía Blanca, Argentina, en 1985.
Publicó los libros de poesía Batalla
sonora, Ajuar, Antitierra, Hologramas, Piedras
preciosas, Pirámide y Emociones
lentas, reunión
de su poesía más reciente. Es autora de los libros de relatos El
sistema del silencio y Furia
diamante,
y de los libros ilustrados Viaje
al fondo del río, ¡Quién iba a decir!, Cabeza abajo y Dos
trenes, un tren.
Obtuvo el Primer Premio en el Concurso Latinoamericano de Cuento
Marta Brunet de la Universidad de Chile en 2022. En 2023 publicó el
libro de no ficción El
color favorito.
Dirigió proyectos como la Audioteca de poesía contemporánea y
actualmente es editora de Eterna
Cadencia Blog,
desde donde también conduce el pódcast de entrevistas
literarias Máquinas
de escribir.
Vive en Buenos Aires. Presentamos una selección de siete poemas
de Pirámide (Libros
del pez espiral, 2023).
******
Por
qué entro en las iglesias
Por
el silencio, y contra nadie,
por el silencio húmedo de las
iglesias
y sus mosaicos,
por lo que las iglesias le hacen a la
luz,
cómo la dulcifican y la tiñen y la devuelven
al lugar
del que proviene
por
lo que esa luz, antes de irse,
transforma en las estatuas,
en
las figuras esmaltadas
y sus manos perfectas
por
la perfección, además,
de los confesionarios
en los que nunca
me arrodillo
aunque las primeras muecas de la fe
como las del
terror
jamás nos abandonen.
Porque
en medio de la ciudad
y del ruido
hay silencio,
y porque el
silencio es húmedo
y esmaltado
porque
casi siempre estoy sola
en las iglesias
donde hasta las flores
que se pudren
son hermosas
y porque no entro
con la mirada
lacia
de los que van de visita.
***
Falso
banano
Miren
lo que hacen las hojas
de este falso banano
a mi derecha:
sus
contorsiones,
sus espectáculos en las sombras,
¿es que nadie
los advierte?
Largas
uñas morenas
como avergonzadas
de aquello en lo que están
a
punto de convertirse,
aquello
que pronto va a revelarlas
y
no quisieran;
ahora
más bien preferirían
no dárselo a nadie,
quedárselo
en
una esquina del jardín
la
más remota
la más serena
la
esquina
por la que se escurre el agua
que ninguna de las demás
plantas
se quiso quedar.
***
Madera
que pudo haber sido fuego
Las
cosas conquistan sus formas;
nubes bajas, muy lejos de donde
estamos
un escape sigiloso
que las hormigas
habían estado
planificando por siglos
y ejecutaron
como si se les acabara de
ocurrir.
Ofreciste
esos ojos
a las infinitas capas de distancia
que separan y unen
el futuro
y
el futuro miró hacia otro lado
pero
sólo para mostrarte sus hilos.
***
Eclipse
Retiro
la piedra
—la había hundido en la noche
con mi mano helada,
la puse
en la pequeña mesa del balcón
para que reciba sus
señales
pero ahora la retiro, leí
que no conviene, ni tampoco
hacer celebraciones,
ni actuar como si nada, ni poner a cargar el
tarot,
nadie
conoce su verdadera edad,
cuán cerca está del día en que será
menos joven que nunca.
Una
noche en el morro
mientras los monos se colgaban entre sí,
también
retiré de la noche
la suerte que había decidido
poner al
servicio
de fuerzas mayores.
Titubea
mi pulso débil;
es tarde para esas cosas y para todas
las que
configuran un destino
se llega tarde del todo, siempre,
cuando
no se ha llegado a tiempo,
pero
la luna y sus mares
su robusta indiferencia
también tiemblan.
***
A
dónde van los que no me invitaron
qué
hay ahí y si es bueno o malo
quisiera
ir también.
***
A
veces hay que dejarse acariciar
como
un perro dorado
bajo el sol dorado
en un día frío.
No
tiene nada de malo
a
veces
aceptar la piedad
nada de malo
y toda la humildad que
requiere
cuando
sean perro dorado
y la mano pese
sobre el final redondo
de
su gran y huesuda
cabeza láctea
sabrán
de qué les estoy
hablando.
***
Un
sentimiento
se
despega de mí
como una cáscara,
quedo
suave y perfecta,
todo de cero.
Observo
de cerca
encuentro la hendidura
por la que podría
brotar
convertirme
otra vez
en hebras relucientes
que
sigan su camino:
soy
una semilla extraña
en la palma de una mano.
***
Detrás
de un día hay otro
y
dentro de un mismo día
como dentro de un turbante
espera la
piedra verde
que cargué en Teotihuacán.
Yo,
que había sufrido
por no alcanzar todavía la luna
recibo en
secreto
su confidencia mineral:
los
misterios
van empequeñeciéndose
majestuosamente.
https://www.zendalibros.com/8-poemas-de-valeria-tentoni/
TEMAS
TERTULIA 5-9-2025
COLORES
LA
LIEBRE Y LA TORTUGA
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS
TERTULIA 29-8-2025
MALENTENDIDOS
MEMENTO
MORI
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
MALENTENDIDOS
*
El malentendido es el precio que pagamos por vivir cada uno en mundos
diferentes.
*
Los malentendidos son como un espejo roto: cada parte refleja una
realidad diferente.
*
Incluso hablando el mismo idioma, hay malentendidos porque cada
persona tiene un diccionario personal y único.
*
Detrás de cada malentendido hay una persona desesperada que esperaba
ser entendida.
Sabrina
Chakour
MALENTENDIDOS
Toda
anécdota es una lección vital, para aprender de ellas sólo es
necesaria la condición previa de que nos hayan enseñado a
cuestionar, mirar y, sobre todo, pasando por encima de nuestro ego y
nuestros prejuicios, dudar de nuestras certezas.
Siempre
he dicho que, si tenemos la modestia suficiente para saber aprovechar
la lección, los perros nos enseñan ética y los gatos estética.
Pero circunstancialmente nos pueden enseñar mucho más.
Hace
muchos años, al poco tiempo de llegar por primera vez a Japón,
observé que la mayoría de los gatos de aquellas tierras no tenían
rabo, o mejor dicho, tenían un pequeño apéndice romo como si les
hubiera sido amputado. A partir de esa simple observación fui
creando toda una teoría en mi interior sobre la relación de los
japoneses con los gatos: "Es lógico que los odien, pensé, un
animal tan sumamente individualista no debe ser bien aceptado en una
sociedad con un sentimiento gregario tan marcado, auténticos
comunistas naturales". Y así, cada vez que me cruzaba con un
gato rabicorto por la calle o en un jardín de cualquier templo de
Kamakura, la ciudad de los mil templos, donde vivía, iba reafirmando
mi teoría.
Pero
al mismo tiempo, según transcurrían las semanas, no había sido
testigo de ningún gesto de maltrato hacia los gatos y, de hecho,
hacia ningún otro animal. Los niños japoneses, como en casi
cualquier parte del mundo, se detenían a acariciar a los gatos que
se cruzaban en su camino a la ida o vuelta de la escuela, llamándoles
cariñosamente "kawai nekochan", "gatito
bonito", compartiendo con ellos, en ocasiones, parte de la
comida que llevaban para el recreo escolar.
Al
cabo del tiempo se me ocurrió casualmente en una charla comentar lo
que para mi era una evidencia contradictoria: un pueblo que respetaba
a los animales pero les amputaba el rabo sistemáticamente y me
comentaron, con una sonrisa condescendiente, que nadie cortaba el
rabo a los gatos en Japón, sino que esos gatos eran de una raza así
por naturaleza.
En
los días siguiente empecé a repasar todas las conclusiones que
había sacado hasta entonces sobre la recién conocida cultura,
¿cuántos errores habría cometido en mis análisis sólo por no
cotejar la información, por no preguntar, por no compartir cuanto
sabía o creía saber?
¿Cuántas
veces juzgamos las relaciones dentro de una familia, las relaciones
de pareja, las de compañeros de trabajo o las relaciones humanas en
general, sin comprobar datos o, al menos, preguntar y escuchar a
todas las partes implicadas?
Pero
los gatos, esos animales de los que se dice en Oriente que fueron
creados para que el ser humano pudiera disfrutar del placer de
acariciar un tigre, aún habrían de darme otra lección magistral:
El
primer invierno que pasé en Japón fue un invierno especialmente
duro, nevando en lugares donde no solía hacerlo. Tuve que pasar
varias semanas encerrado en casa, un pequeño y tradicional
apartamento japonés, aquejado de una fuerte conjuntivitis. El salón
en el que me sentaba sobre el tatami largas tardes, escribiendo casi
a ciegas ante la imposibilidad de leer, tenía un ventanal que daba a
un descuidado pero hermoso jardín japonés, entonces completamente
cubierto de nieve. Cada dos o tres días aparecían sobre el cristal
del ventanal que daba al jardín una extraña mancha amarillenta que,
tras mucho pensar, decidí que debía de tratarse de algún vecino
incómodo con la presencia de un gaijin (extranjero)
que venía a interrumpir, intencionadamente o no, la supuesta armonía
que reinaba en el vecindario y que él como bárbaro que era, no
podía comprender ni, por tanto, compartir. No le dí mucha
importancia, pero empecé a observar con cierta desconfianza a los
diferentes vecinos haciendo cábalas sobre cual de ellos sería el
elemento que tanto me odiaba.
Un
buen día, mientras me encontraba meditando a fin de intentar vencer
la frustración y la angustia a que mi ceguera transitoria estaba
dando lugar, una sombra cruzó mi mente rompiendo inesperadamente
todo equilibrio y casi obligándome a mirar en dirección al
ventanal, situado a mi derecha, incluso sentí que algo empujaba
levemente mi cabeza desde la mejilla izquierda.
Al
tiempo que me giraba abrí lentamente los ojos para encontrarme justo
enfrente con la mirada de un enorme gato blanco, éste con rabo, que
tras mantener su mirada clavada en mis ojos durante varios segundos,
recorrió indiferente el muro situado a menos de un metro de la
ventana y, girándose de espaldas, emitió un potente chorro de orina
sobre el cristal. El animal, sin duda uno de los líderes felinos del
barrio, marcaba así su territorio, y estoy seguro que lo hubiera
hecho igual aunque al otro lado del ventanal hubiera visto al mismo
Emperador de Japón. Se alejó parsimoniosamente y no volví a verlo
hasta días más tarde, cuando le sorprendí comiendo los trozos de
comida que, en agradecimiento por haberme sacado de mi error, yo
mismo había dejado sobre el muro.
Otra
vez temblaron mis certezas, otra vez descubrí a mi mente engañándose
a si misma, pero en esta ocasión disfruté del privilegio de tener
días, los que duró mi convalecencia, para meditar sobre ello.
Así
empecé a respetar las palabras que fluyen libres y sinceras entre
las personas; a evitar o apartarme de quien las usa como un arma o un
traje de camuflaje de sus miedos; a comprender, en definitiva, que
sólo la palabra diáfana nos hace humanos. Por eso en ocasiones hago
incómodas e inesperadas preguntas directas a cualquier persona sobre
un acto suyo antes de encerrar las palabras con que he catalogado sus
actos en la obscura biblioteca de mi memoria donde la carcoma de los
prejuicios destruyen cuanto no hemos sabido proteger y cuidar de las
palabras que más o menos amistosamente, nos regalamos unos a otros
cada día.
Nekovidal
– nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES – www.arteslibres.net
www.arteslibresdeandalucia.com
MEMENTO
MORI
No
sé lo que opinarás.
Pero
el otro día me vino a la memoria el día en que uno de mis
pacientes-clientes de hace ya tiempo me contó que hacía años había
tenido una temporada en la que había sido adicto a algunas drogas.
Me
lo decía como con vergüenza.
Y
la verdad, mi reacción espontánea fue decirle que me parecía que
era algo de lo que en ese momento en el estábamos hablando, podría
estar orgulloso.
-
Primero, porque ya no consumía.
-
Segundo, porque eso significaba que había logrado superar algo
bastante difícil (no sé si alguna vez has sido adicto a algo -¿al
móvil? ¿A redes sociales, quizás? ¿Al azúcar?-... y has
intentado desintoxicarte como para saber lo difícil que es).
-
Y tercero, porque para haber terminado ahí, debía de haber pasado
por bastante sufrimiento. Pero luego había sido capaz de
trascenderlo.
Ojo,
no estoy "justificando" a las personas con adicción a
drogas: ni su consumo de sustancias, ni otras conductas en las que
desembocan sus adicciones.
¿Pero
crees que una persona sana y feliz, con una vida familiar y social
estable y "buena", tiene muchas papeletas para terminar
consumiendo y volviéndose adicta?
Supongo
que según las personas que nos hayamos ido encontrando a lo largo de
nuestra vida y las historias que hayamos oído, habrá opiniones
controvertidas.
En
cualquier caso, hoy no te estoy hablando sobre las personas adictas.
Te estoy hablando de las ex-adictas.
Claro
que puede ser que alguien hiciera cosas de las que se arrepienta y no
se sienta orgulloso.
Probablemente
haya un trabajo de perdón pendiente.
Pero
lo que creo que no tiene sentido para nadie es vivir el resto de la
vida cargando con vergüenza y culpa.
No
es algo beneficioso para sí mismo, ni que contribuya positivamente
al mundo...
No
sé lo que opinarás.
Pero
en cualquier caso, estemos de acuerdo o no, espero que no te siente
mal.
El
mundo sería un lugar mucho mejor si pudiéramos sentirnos bien
compartiendo espacios con personas que tienen una opinión distinta
de la nuestra :)
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este texto ha resonado contigo y quieres recibir reflexiones y
anécdotas similares en tu correo, y además te interesa el ebook
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Vidal Tanaka - Caminando con Sara
MEMENTO
MORI
¿Qué
amenaza la cultura?
28
de agosto de 2025
El
escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini defendía en sus
escritos la variedad de la cultura popular. Argumentaba que la
cultura popular estaba amenazada por la sociedad de consumo;
causándole una aculturación, debido a la sustitución de una
cultura por otra.
Lo
que le preocupaba, verdaderamente, era la pérdida de los rasgos
particulares de las comunidades populares tradicionales: su lengua,
sus costumbres y relatos, su memoria, porque en ello reside una forma
de organizar y darle sentido a la vida.
Este
pensamiento de Pasolini se daba en un tiempo que la expresión
‘sociedad de consumo’ tenía un sentido de denuncia, que hoy ha
perdido. Actualmente el consumo cultural se ha globalizado. La
cultura es uno de los ámbitos donde la globalización se manifiesta
cotidianamente. Celebrar Halloween, comer sushi, practicar yoga, o
bailar reguetón son manifestaciones culturales globalizadas.
El
sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos constata que el
proceso de la globalización actúa de dos formas.
Primero
con localismos globalizados, como pueden ser la lengua inglesa o el
cine de Hollywood, que se imponen a los localismos propios de los
demás países, en nuestro caso anteponiéndose al cine español o a
nuestra propia lengua de comunicación.
Segundo,
con globalismos localizados. Causando la desaparición del comercio
tradicional y la agricultura de subsistencia, o en el ámbito
cultural con la explotación que el patrimonio histórico local, el
folclore, y cualquier manifestación artística padecen al servicio
del turismo global, perdiendo sus funciones locales.
Es
cierto que los poderosos dictan las reglas de la circulación y
globalizan su repertorio cultural. La lengua inglesa se ha impuesto,
y hay una hegemonía cultural anglosajona. Los contactos culturales
se imponen por el invasor, sin tener en cuenta el mestizaje, y en
ello reside la amenaza y el peligro.
El
novelista, poeta y ensayista francés Édouard Glissant dice que
nuestra común condición, en la actualidad, es el multilingüismo, y
aunque nos expresemos en una sola lengua, estamos en permanente
traducción. Todos somos mestizos, como somos turistas y extranjeros
en múltiples ocasiones y maneras, y en muchos sentidos, nómadas,
migrantes o exiliados.
El
desarraigo, la inestabilidad y la heterogeneidad son condiciones de
nuestro tiempo. Y en este sentido el mestizaje intercultural es
positivo.
Los
debates políticos más encarnizados de nuestro tiempo tienen que ver
con qué hacer con las fronteras. ¿Hacemos que nos separen o que
sean puntos de contacto, comunicación e intercambio?
La
respuesta pasa por reconocer que son conflictos ideológicos, por
supuesto, pero también son culturales. Porque esa frontera física
remite a una frontera interiorizada que define quiénes somos y
quiénes son ellos. Los procesos de mestizaje revelan que los límites
no son exteriores ni separan territorios. Son cambiantes y son
espacios de confluencia entre repertorios culturales. Las fronteras
sólo son internas, las llevamos en nosotros mismos.
Las
ideologías que tienen una concepción estática y exclusiva de la
identidad cultural, cultivan el rechazo a cualquier forma de
mestizaje. Y son indeseables porque demuestran una energía negativa
social y política. Manifiestan hostilidad hacia los inmigrantes. La
limpieza étnica es una expresión violenta de este conflicto. Esta
actitud ataca la convivencia social y la interculturalidad; al
imponer fronteras.
Podemos
concluir que la cultura está también amenazada por una mala
práctica del consumo y de ‘la cultura de masas’, que antepone el
interés económico al educativo y al desarrollo personal.
https://www.noticias24digital.com/opinion/jose-marcelo/que-amenaza-cultura/20250828140953015369.html
MEMENTO
MORI
Memento
mori, “recuerda que vas a morir”, pero no lo recuerdes demasiado
a menudo para que esa idea no te impida disfrutar de la vida, carpe
diem, no sea que la angustia te aflija demasiado, si todavía no
miras a la muerte con el mismo respeto que a la vida, al fin ninguna
de las dos puede existir sin la otra.
Nekovidal
– nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES – www.arteslibres.net
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MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
La
meditación transforma tu cerebro (para bien y para mal
Aunque
la meditación mejora la memoria, la concentración y la
regulación emocional, no siempre es adecuada para todos. Descubre
lo que la ciencia revela sobre sus efectos reales en el cerebro
La
meditación ha pasado de ser una práctica milenaria asociada a lo
espiritual a convertirse en una herramienta habitual en
hospitales, empresas y escuelas. Sus beneficios en el cerebro
están ampliamente documentados: reduce el estrés, mejora la
concentración, favorece la regulación emocional e incluso
potencia la memoria. Sin embargo, no todas las personas reaccionan
de la misma forma a esta práctica. En la Newsletter de hoy
exploramos lo que la ciencia dice sobre los efectos (positivos y
negativos) de la meditación.
—
Natalia
Menéndez, Pol Bertran
Los
efectos de la meditación en el cerebro 
Seguramente
hayas oído hablar de la meditación. Esta práctica mental de
origen asiático se ha popularizado a un ritmo vertiginoso en los
últimos años, hasta el punto de consolidarse como una estrategia
de intervención habitual en entornos sanitarios.
Pero,
¿Qué es exactamente la meditación? Aunque recientemente se ha
hablado mucho de ella, lo cierto es que aún existe bastante
confusión acerca de su función y utilidad. Podríamos definir la
meditación como una práctica enfocada en centrar la atención,
estar presente y desengancharse de los pensamientos que pasan por
la mente. Aunque hay quienes sienten un estado de mayor
relajación cuando la practican, lo cierto es que este no es su
fin principal. Más bien, la meditación ayuda a tomar
consciencia de las emociones y pensamientos que pasan por la mente
y fomenta una mayor conexión con nuestro mundo interno.
Aunque
ahora está viviendo un dulce momento de auge en occidente, la
meditación es una práctica milenaria que empezó a llevarse a
cabo en países como India, China o Japón. En sus primeros
momentos, la meditación se entrelazaba con religiones como el
budismo. Así, a lo largo del siglo XIX, cuando viajeros y
misioneros occidentales visitaban Asia, a menudo veían la
meditación como una simple curiosidad religiosa. Lo que empezó
como algo anecdótico, terminó llegando a países europeos y a
Estados Unidos a través de los movimientos contraculturales.
Sin
embargo, lo que ha detonado su popularización masiva fue el
trabajo realizado por el biólogo estadounidense Jon Kabat-Zinn.
Este autor desarrolló su famoso programa MBSR (Mindfulness-Based
Stress Reduction) en 1979, por el cual se presentó la meditación
como una práctica laica destinada al manejo del dolor crónico,
el estrés y otras patologías asociadas. Así, Jon
Kabat-Zinn fue una figura clave en la expansión de la meditación,
ya que la desvinculó de elementos religiosos con la intención de
aplicarla en contextos variados como hospitales, empresas y
centros educativos. Acorde a su planteamiento, la meditación se
fundamenta en una serie de principios:
No
juzgar: Para meditar se deben observar los pensamientos,
sensaciones y emociones sin calificarlos como buenos o malos.
Paciencia:
En la meditación no se deben forzar las cosas, sino que deben
respetarse los tiempos del proceso.
Mente
de principiante: Hace referencia a la actitud de apertura
y curiosidad, importante para poder aproximarse a la meditación.
Confianza:
Para meditar es importante confiar en uno mismo y la capacidad de
aprender.
No
esforzarse: Practicar la meditación con compromiso pero
sin perseguir una finalidad u objetivo ciegamente.
Aceptación:
La meditación implica reconocer las cosas tal y como son, sin
forzar ni resistirse.
Soltar:
Dejar ir nuestros pensamientos y emociones es otro de los
principios necesarios para meditar.
La
meditación ha mostrado tener diversos beneficios para el cerebro.
La meditación contribuye a bajar nuestros niveles de cortisol, la
hormona del estrés. También reduce la actividad de la amígdala,
ese área del cerebro asociada con la reacción emocional de
miedo.
La
práctica habitual de meditación puede ser muy beneficiosa al
entrenar la corteza prefrontal de nuestro cerebro, lo que permite
una mejor atención sostenida, mayor facilidad para ejecutar buena
toma de decisiones y un mayor autocontrol. La meditación fomenta
las conexiones entre la corteza prefrontal y el sistema límbico,
lo cual permite una mejor gestión de los estados
emocionales. Además, permite cambios positivos en el
hipocampo, una estructura estrechamente relacionada con la memoria
y el aprendizaje.
¿La
meditación ofrece beneficios a todo el mundo? 
Aunque
los beneficios de la meditación están ampliamente documentados
en la literatura, esto no significa que se trate de una práctica
apta para todas las personas, en todas las situaciones. Algunos
problemas que se pueden derivar de la práctica de la meditación
son los siguientes:
Desregulación
emocional: Aunque la meditación ayuda a muchas personas a
regular mejor sus emociones, en pacientes con historia de trauma
psicológico no es una intervención aconsejable. El motivo es
que enfocarse de pleno en los pensamientos y emociones puede ser
abrumador para una persona cuyo sistema nervioso está dañado
por una experiencia traumática, favoreciendo lo contrario a lo
que inicialmente se pretende.
Evitación
emocional: La meditación puede ayudar a tomar más
conciencia del mundo interno, pero mal aplicada puede convertirse
en un arma de doble filo. Así, hay quienes pueden refugiarse en
esta práctica sin afrontar las situaciones o problemas que les
generan sufrimiento.
Aumento
de la ansiedad y pensamientos intrusivos: En pacientes con
un perfil más obsesivo, meditar puede ser contraproducente. La
persona puede obsesionarse más aún con el contenido de su
mente, así como con las sensaciones de su cuerpo.
Para
evitar este tipo de consecuencias, lo ideal es meditar siempre
bajo supervisión de un profesional acreditado y combinar la
meditación con otras intervenciones con el fin de realizar un
tratamiento más completo e integrado. Y, por supuesto, escucharse
a uno mismo sin forzar. La meditación es una práctica compleja y
no siempre es la mejor solución aunque sus beneficios hayan sido
más que demostrados.
https://psicologiaymente.com
8 poemas de Valeria Tentoni
06 Ago 2025
Valeria Tentoni es una poeta y narradora nacida en Bahía Blanca, Argentina, en 1985. Publicó los libros de poesía Batalla sonora, Ajuar, Antitierra, Hologramas, Piedras preciosas, Pirámide y Emociones lentas, reunión de su poesía más reciente. Es autora de los libros de relatos El sistema del silencio y Furia diamante, y de los libros ilustrados Viaje al fondo del río, ¡Quién iba a decir!, Cabeza abajo y Dos trenes, un tren. Obtuvo el Primer Premio en el Concurso Latinoamericano de Cuento Marta Brunet de la Universidad de Chile en 2022. En 2023 publicó el libro de no ficción El color favorito. Dirigió proyectos como la Audioteca de poesía contemporánea y actualmente es editora de Eterna Cadencia Blog, desde donde también conduce el pódcast de entrevistas literarias Máquinas de escribir. Vive en Buenos Aires. Presentamos una selección de siete poemas de Pirámide (Libros del pez espiral, 2023).
******
Por qué entro en las iglesias
Por
el silencio, y contra nadie,
por el silencio húmedo de las
iglesias
y sus mosaicos,
por lo que las iglesias le hacen a la
luz,
cómo la dulcifican y la tiñen y la devuelven
al lugar
del que proviene
por
lo que esa luz, antes de irse,
transforma en las estatuas,
en
las figuras esmaltadas
y sus manos perfectas
por
la perfección, además,
de los confesionarios
en los que nunca
me arrodillo
aunque las primeras muecas de la fe
como las del
terror
jamás nos abandonen.
Porque
en medio de la ciudad
y del ruido
hay silencio,
y porque el
silencio es húmedo
y esmaltado
porque
casi siempre estoy sola
en las iglesias
donde hasta las flores
que se pudren
son hermosas
y porque no entro
con la mirada
lacia
de los que van de visita.
***
Falso banano
Miren
lo que hacen las hojas
de este falso banano
a mi derecha:
sus
contorsiones,
sus espectáculos en las sombras,
¿es que nadie
los advierte?
Largas
uñas morenas
como avergonzadas
de aquello en lo que están
a
punto de convertirse,
aquello
que pronto va a revelarlas
y
no quisieran;
ahora
más bien preferirían
no dárselo a nadie,
quedárselo
en
una esquina del jardín
la
más remota
la más serena
la
esquina
por la que se escurre el agua
que ninguna de las demás
plantas
se quiso quedar.
***
Madera que pudo haber sido fuego
Las
cosas conquistan sus formas;
nubes bajas, muy lejos de donde
estamos
un escape sigiloso
que las hormigas
habían estado
planificando por siglos
y ejecutaron
como si se les acabara de
ocurrir.
Ofreciste
esos ojos
a las infinitas capas de distancia
que separan y unen
el futuro
y el futuro miró hacia otro lado
pero sólo para mostrarte sus hilos.
***
Eclipse
Retiro
la piedra
—la había hundido en la noche
con mi mano helada,
la puse
en la pequeña mesa del balcón
para que reciba sus
señales
pero ahora la retiro, leí
que no conviene, ni tampoco
hacer celebraciones,
ni actuar como si nada, ni poner a cargar el
tarot,
nadie
conoce su verdadera edad,
cuán cerca está del día en que será
menos joven que nunca.
Una
noche en el morro
mientras los monos se colgaban entre sí,
también
retiré de la noche
la suerte que había decidido
poner al
servicio
de fuerzas mayores.
Titubea
mi pulso débil;
es tarde para esas cosas y para todas
las que
configuran un destino
se llega tarde del todo, siempre,
cuando
no se ha llegado a tiempo,
pero
la luna y sus mares
su robusta indiferencia
también tiemblan.
***
A
dónde van los que no me invitaron
qué
hay ahí y si es bueno o malo
quisiera ir también.
***
A
veces hay que dejarse acariciar
como
un perro dorado
bajo el sol dorado
en un día frío.
No tiene nada de malo
a
veces
aceptar la piedad
nada de malo
y toda la humildad que
requiere
cuando
sean perro dorado
y la mano pese
sobre el final redondo
de
su gran y huesuda
cabeza láctea
sabrán
de qué les estoy
hablando.
***
Un
sentimiento
se
despega de mí
como una cáscara,
quedo
suave y perfecta,
todo de cero.
Observo
de cerca
encuentro la hendidura
por la que podría
brotar
convertirme
otra vez
en hebras relucientes
que
sigan su camino:
soy
una semilla extraña
en la palma de una mano.
***
Detrás
de un día hay otro
y
dentro de un mismo día
como dentro de un turbante
espera la
piedra verde
que cargué en Teotihuacán.
Yo,
que había sufrido
por no alcanzar todavía la luna
recibo en
secreto
su confidencia mineral:
los
misterios
van empequeñeciéndose
majestuosamente.
https://www.zendalibros.com/8-poemas-de-valeria-tentoni/
TEMAS TERTULIA 5-9-2025
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LA LIEBRE Y LA TORTUGA
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS TERTULIA 29-8-2025
MALENTENDIDOS
MEMENTO MORI
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
MALENTENDIDOS
* El malentendido es el precio que pagamos por vivir cada uno en mundos diferentes.
* Los malentendidos son como un espejo roto: cada parte refleja una realidad diferente.
* Incluso hablando el mismo idioma, hay malentendidos porque cada persona tiene un diccionario personal y único.
* Detrás de cada malentendido hay una persona desesperada que esperaba ser entendida.
Sabrina Chakour
MALENTENDIDOS
Toda anécdota es una lección vital, para aprender de ellas sólo es necesaria la condición previa de que nos hayan enseñado a cuestionar, mirar y, sobre todo, pasando por encima de nuestro ego y nuestros prejuicios, dudar de nuestras certezas.
Siempre he dicho que, si tenemos la modestia suficiente para saber aprovechar la lección, los perros nos enseñan ética y los gatos estética. Pero circunstancialmente nos pueden enseñar mucho más.
Hace muchos años, al poco tiempo de llegar por primera vez a Japón, observé que la mayoría de los gatos de aquellas tierras no tenían rabo, o mejor dicho, tenían un pequeño apéndice romo como si les hubiera sido amputado. A partir de esa simple observación fui creando toda una teoría en mi interior sobre la relación de los japoneses con los gatos: "Es lógico que los odien, pensé, un animal tan sumamente individualista no debe ser bien aceptado en una sociedad con un sentimiento gregario tan marcado, auténticos comunistas naturales". Y así, cada vez que me cruzaba con un gato rabicorto por la calle o en un jardín de cualquier templo de Kamakura, la ciudad de los mil templos, donde vivía, iba reafirmando mi teoría.
Pero al mismo tiempo, según transcurrían las semanas, no había sido testigo de ningún gesto de maltrato hacia los gatos y, de hecho, hacia ningún otro animal. Los niños japoneses, como en casi cualquier parte del mundo, se detenían a acariciar a los gatos que se cruzaban en su camino a la ida o vuelta de la escuela, llamándoles cariñosamente "kawai nekochan", "gatito bonito", compartiendo con ellos, en ocasiones, parte de la comida que llevaban para el recreo escolar.
Al cabo del tiempo se me ocurrió casualmente en una charla comentar lo que para mi era una evidencia contradictoria: un pueblo que respetaba a los animales pero les amputaba el rabo sistemáticamente y me comentaron, con una sonrisa condescendiente, que nadie cortaba el rabo a los gatos en Japón, sino que esos gatos eran de una raza así por naturaleza.
En los días siguiente empecé a repasar todas las conclusiones que había sacado hasta entonces sobre la recién conocida cultura, ¿cuántos errores habría cometido en mis análisis sólo por no cotejar la información, por no preguntar, por no compartir cuanto sabía o creía saber?
¿Cuántas veces juzgamos las relaciones dentro de una familia, las relaciones de pareja, las de compañeros de trabajo o las relaciones humanas en general, sin comprobar datos o, al menos, preguntar y escuchar a todas las partes implicadas?
Pero los gatos, esos animales de los que se dice en Oriente que fueron creados para que el ser humano pudiera disfrutar del placer de acariciar un tigre, aún habrían de darme otra lección magistral:
El primer invierno que pasé en Japón fue un invierno especialmente duro, nevando en lugares donde no solía hacerlo. Tuve que pasar varias semanas encerrado en casa, un pequeño y tradicional apartamento japonés, aquejado de una fuerte conjuntivitis. El salón en el que me sentaba sobre el tatami largas tardes, escribiendo casi a ciegas ante la imposibilidad de leer, tenía un ventanal que daba a un descuidado pero hermoso jardín japonés, entonces completamente cubierto de nieve. Cada dos o tres días aparecían sobre el cristal del ventanal que daba al jardín una extraña mancha amarillenta que, tras mucho pensar, decidí que debía de tratarse de algún vecino incómodo con la presencia de un gaijin (extranjero) que venía a interrumpir, intencionadamente o no, la supuesta armonía que reinaba en el vecindario y que él como bárbaro que era, no podía comprender ni, por tanto, compartir. No le dí mucha importancia, pero empecé a observar con cierta desconfianza a los diferentes vecinos haciendo cábalas sobre cual de ellos sería el elemento que tanto me odiaba.
Un buen día, mientras me encontraba meditando a fin de intentar vencer la frustración y la angustia a que mi ceguera transitoria estaba dando lugar, una sombra cruzó mi mente rompiendo inesperadamente todo equilibrio y casi obligándome a mirar en dirección al ventanal, situado a mi derecha, incluso sentí que algo empujaba levemente mi cabeza desde la mejilla izquierda.
Al tiempo que me giraba abrí lentamente los ojos para encontrarme justo enfrente con la mirada de un enorme gato blanco, éste con rabo, que tras mantener su mirada clavada en mis ojos durante varios segundos, recorrió indiferente el muro situado a menos de un metro de la ventana y, girándose de espaldas, emitió un potente chorro de orina sobre el cristal. El animal, sin duda uno de los líderes felinos del barrio, marcaba así su territorio, y estoy seguro que lo hubiera hecho igual aunque al otro lado del ventanal hubiera visto al mismo Emperador de Japón. Se alejó parsimoniosamente y no volví a verlo hasta días más tarde, cuando le sorprendí comiendo los trozos de comida que, en agradecimiento por haberme sacado de mi error, yo mismo había dejado sobre el muro.
Otra vez temblaron mis certezas, otra vez descubrí a mi mente engañándose a si misma, pero en esta ocasión disfruté del privilegio de tener días, los que duró mi convalecencia, para meditar sobre ello.
Así empecé a respetar las palabras que fluyen libres y sinceras entre las personas; a evitar o apartarme de quien las usa como un arma o un traje de camuflaje de sus miedos; a comprender, en definitiva, que sólo la palabra diáfana nos hace humanos. Por eso en ocasiones hago incómodas e inesperadas preguntas directas a cualquier persona sobre un acto suyo antes de encerrar las palabras con que he catalogado sus actos en la obscura biblioteca de mi memoria donde la carcoma de los prejuicios destruyen cuanto no hemos sabido proteger y cuidar de las palabras que más o menos amistosamente, nos regalamos unos a otros cada día.
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MEMENTO MORI
No sé lo que opinarás.
Pero el otro día me vino a la memoria el día en que uno de mis pacientes-clientes de hace ya tiempo me contó que hacía años había tenido una temporada en la que había sido adicto a algunas drogas.
Me lo decía como con vergüenza.
Y la verdad, mi reacción espontánea fue decirle que me parecía que era algo de lo que en ese momento en el estábamos hablando, podría estar orgulloso.
- Primero, porque ya no consumía.
- Segundo, porque eso significaba que había logrado superar algo bastante difícil (no sé si alguna vez has sido adicto a algo -¿al móvil? ¿A redes sociales, quizás? ¿Al azúcar?-... y has intentado desintoxicarte como para saber lo difícil que es).
- Y tercero, porque para haber terminado ahí, debía de haber pasado por bastante sufrimiento. Pero luego había sido capaz de trascenderlo.
Ojo, no estoy "justificando" a las personas con adicción a drogas: ni su consumo de sustancias, ni otras conductas en las que desembocan sus adicciones.
¿Pero crees que una persona sana y feliz, con una vida familiar y social estable y "buena", tiene muchas papeletas para terminar consumiendo y volviéndose adicta?
Supongo que según las personas que nos hayamos ido encontrando a lo largo de nuestra vida y las historias que hayamos oído, habrá opiniones controvertidas.
En cualquier caso, hoy no te estoy hablando sobre las personas adictas. Te estoy hablando de las ex-adictas.
Claro que puede ser que alguien hiciera cosas de las que se arrepienta y no se sienta orgulloso.
Probablemente haya un trabajo de perdón pendiente.
Pero lo que creo que no tiene sentido para nadie es vivir el resto de la vida cargando con vergüenza y culpa.
No es algo beneficioso para sí mismo, ni que contribuya positivamente al mundo...
No sé lo que opinarás.
Pero en cualquier caso, estemos de acuerdo o no, espero que no te siente mal.
El mundo sería un lugar mucho mejor si pudiéramos sentirnos bien compartiendo espacios con personas que tienen una opinión distinta de la nuestra :)
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Sara Vidal Tanaka - Caminando con Sara
MEMENTO MORI
¿Qué amenaza la cultura?
28 de agosto de 2025
El escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini defendía en sus escritos la variedad de la cultura popular. Argumentaba que la cultura popular estaba amenazada por la sociedad de consumo; causándole una aculturación, debido a la sustitución de una cultura por otra.
Lo que le preocupaba, verdaderamente, era la pérdida de los rasgos particulares de las comunidades populares tradicionales: su lengua, sus costumbres y relatos, su memoria, porque en ello reside una forma de organizar y darle sentido a la vida.
Este pensamiento de Pasolini se daba en un tiempo que la expresión ‘sociedad de consumo’ tenía un sentido de denuncia, que hoy ha perdido. Actualmente el consumo cultural se ha globalizado. La cultura es uno de los ámbitos donde la globalización se manifiesta cotidianamente. Celebrar Halloween, comer sushi, practicar yoga, o bailar reguetón son manifestaciones culturales globalizadas.
El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos constata que el proceso de la globalización actúa de dos formas.
Primero con localismos globalizados, como pueden ser la lengua inglesa o el cine de Hollywood, que se imponen a los localismos propios de los demás países, en nuestro caso anteponiéndose al cine español o a nuestra propia lengua de comunicación.
Segundo, con globalismos localizados. Causando la desaparición del comercio tradicional y la agricultura de subsistencia, o en el ámbito cultural con la explotación que el patrimonio histórico local, el folclore, y cualquier manifestación artística padecen al servicio del turismo global, perdiendo sus funciones locales.
Es cierto que los poderosos dictan las reglas de la circulación y globalizan su repertorio cultural. La lengua inglesa se ha impuesto, y hay una hegemonía cultural anglosajona. Los contactos culturales se imponen por el invasor, sin tener en cuenta el mestizaje, y en ello reside la amenaza y el peligro.
El novelista, poeta y ensayista francés Édouard Glissant dice que nuestra común condición, en la actualidad, es el multilingüismo, y aunque nos expresemos en una sola lengua, estamos en permanente traducción. Todos somos mestizos, como somos turistas y extranjeros en múltiples ocasiones y maneras, y en muchos sentidos, nómadas, migrantes o exiliados.
El desarraigo, la inestabilidad y la heterogeneidad son condiciones de nuestro tiempo. Y en este sentido el mestizaje intercultural es positivo.
Los debates políticos más encarnizados de nuestro tiempo tienen que ver con qué hacer con las fronteras. ¿Hacemos que nos separen o que sean puntos de contacto, comunicación e intercambio?
La respuesta pasa por reconocer que son conflictos ideológicos, por supuesto, pero también son culturales. Porque esa frontera física remite a una frontera interiorizada que define quiénes somos y quiénes son ellos. Los procesos de mestizaje revelan que los límites no son exteriores ni separan territorios. Son cambiantes y son espacios de confluencia entre repertorios culturales. Las fronteras sólo son internas, las llevamos en nosotros mismos.
Las ideologías que tienen una concepción estática y exclusiva de la identidad cultural, cultivan el rechazo a cualquier forma de mestizaje. Y son indeseables porque demuestran una energía negativa social y política. Manifiestan hostilidad hacia los inmigrantes. La limpieza étnica es una expresión violenta de este conflicto. Esta actitud ataca la convivencia social y la interculturalidad; al imponer fronteras.
Podemos concluir que la cultura está también amenazada por una mala práctica del consumo y de ‘la cultura de masas’, que antepone el interés económico al educativo y al desarrollo personal.
https://www.noticias24digital.com/opinion/jose-marcelo/que-amenaza-cultura/20250828140953015369.html
MEMENTO MORI
Memento mori, “recuerda que vas a morir”, pero no lo recuerdes demasiado a menudo para que esa idea no te impida disfrutar de la vida, carpe diem, no sea que la angustia te aflija demasiado, si todavía no miras a la muerte con el mismo respeto que a la vida, al fin ninguna de las dos puede existir sin la otra.
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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
La meditación transforma tu cerebro (para bien y para mal
Aunque la meditación mejora la memoria, la concentración y la regulación emocional, no siempre es adecuada para todos. Descubre lo que la ciencia revela sobre sus efectos reales en el cerebro
La meditación ha pasado de ser una práctica milenaria asociada a lo espiritual a convertirse en una herramienta habitual en hospitales, empresas y escuelas. Sus beneficios en el cerebro están ampliamente documentados: reduce el estrés, mejora la concentración, favorece la regulación emocional e incluso potencia la memoria. Sin embargo, no todas las personas reaccionan de la misma forma a esta práctica. En la Newsletter de hoy exploramos lo que la ciencia dice sobre los efectos (positivos y negativos) de la meditación. |
— Natalia Menéndez, Pol Bertran |
Los
efectos de la meditación en el cerebro
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Seguramente hayas oído hablar de la meditación. Esta práctica mental de origen asiático se ha popularizado a un ritmo vertiginoso en los últimos años, hasta el punto de consolidarse como una estrategia de intervención habitual en entornos sanitarios. |
Pero, ¿Qué es exactamente la meditación? Aunque recientemente se ha hablado mucho de ella, lo cierto es que aún existe bastante confusión acerca de su función y utilidad. Podríamos definir la meditación como una práctica enfocada en centrar la atención, estar presente y desengancharse de los pensamientos que pasan por la mente. Aunque hay quienes sienten un estado de mayor relajación cuando la practican, lo cierto es que este no es su fin principal. Más bien, la meditación ayuda a tomar consciencia de las emociones y pensamientos que pasan por la mente y fomenta una mayor conexión con nuestro mundo interno. |
Aunque ahora está viviendo un dulce momento de auge en occidente, la meditación es una práctica milenaria que empezó a llevarse a cabo en países como India, China o Japón. En sus primeros momentos, la meditación se entrelazaba con religiones como el budismo. Así, a lo largo del siglo XIX, cuando viajeros y misioneros occidentales visitaban Asia, a menudo veían la meditación como una simple curiosidad religiosa. Lo que empezó como algo anecdótico, terminó llegando a países europeos y a Estados Unidos a través de los movimientos contraculturales. |
Sin embargo, lo que ha detonado su popularización masiva fue el trabajo realizado por el biólogo estadounidense Jon Kabat-Zinn. Este autor desarrolló su famoso programa MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction) en 1979, por el cual se presentó la meditación como una práctica laica destinada al manejo del dolor crónico, el estrés y otras patologías asociadas. Así, Jon Kabat-Zinn fue una figura clave en la expansión de la meditación, ya que la desvinculó de elementos religiosos con la intención de aplicarla en contextos variados como hospitales, empresas y centros educativos. Acorde a su planteamiento, la meditación se fundamenta en una serie de principios: |
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La meditación ha mostrado tener diversos beneficios para el cerebro. La meditación contribuye a bajar nuestros niveles de cortisol, la hormona del estrés. También reduce la actividad de la amígdala, ese área del cerebro asociada con la reacción emocional de miedo. |
La práctica habitual de meditación puede ser muy beneficiosa al entrenar la corteza prefrontal de nuestro cerebro, lo que permite una mejor atención sostenida, mayor facilidad para ejecutar buena toma de decisiones y un mayor autocontrol. La meditación fomenta las conexiones entre la corteza prefrontal y el sistema límbico, lo cual permite una mejor gestión de los estados emocionales. Además, permite cambios positivos en el hipocampo, una estructura estrechamente relacionada con la memoria y el aprendizaje. |
¿La
meditación ofrece beneficios a todo el mundo?
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Aunque los beneficios de la meditación están ampliamente documentados en la literatura, esto no significa que se trate de una práctica apta para todas las personas, en todas las situaciones. Algunos problemas que se pueden derivar de la práctica de la meditación son los siguientes: |
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Para evitar este tipo de consecuencias, lo ideal es meditar siempre bajo supervisión de un profesional acreditado y combinar la meditación con otras intervenciones con el fin de realizar un tratamiento más completo e integrado. Y, por supuesto, escucharse a uno mismo sin forzar. La meditación es una práctica compleja y no siempre es la mejor solución aunque sus beneficios hayan sido más que demostrados. |